Entre ocho y nueve de la noche cada sábado cenábamos en familia en el Denny’s de Indios Verdes, siempre en un gabinete pegado a la ventana. Yo tenía 10 años, y sin saberlo, tuve el primer contacto con el trabajo infantil.

Del otro lado de la ventana, un niño colocaba en la pequeña cornisa algunas figuras de sopa de pasta pintadas a mano, con unos carteles donde decía: “vendo estos animalitos para ayudar a mi familia, “¡cómprenme por favor! “, “nos vemos a la salida”.

Lo que a mí entonces me parecía simpático, años después tome conciencia de que no lo era, si no que se trataba de una verdadera tragedia que, en México como en el resto del mundo era costumbre y se veía a la luz con toda normalidad, incluso como algo positivo la incorporación de niñas, niños y adolescentes a trabajos agrícolas e industriales, pero muchos forzosos, peligrosos e ilícitos a la sombra. De acuerdo a la encuesta nacional de trabajo infantil de INEGI 2023, a la fecha, más de 3.7 millones de niñas y niños mexicanos trabajan.

El 12 de junio de éste 2024, se significó como el año 22 en que la Organización Internacional del Trabajo, instituyó el Día Mundial contra Trabajo Infantil, y que a partir de Convenios Internacionales como el 138, para fijar la edad mínima de admisión al trabajo a partir de los 15 años al terminar la educación básica, encabezó una lucha por erradicar el trabajo y la explotación infantil.

Hace 25 años la propia OIT, puso en marcha el Convenio 182 y la Recomendación 190 sobre las peores formas de trabajo infantil, que identifico como la esclavitud, la trata, la servidumbre, trabajo y reclutamiento forzosos, la utilización de niñas y niños para prostitución o producción de pornografía, igualmente en actividades ilícitas, así como el trabajo que daña la salud, seguridad o moralidad de la niñez.

La Confederación de Trabajadores de México, se incorpora en 1992 a través del Comité Mundial de la Juventud Trabajadora, al esfuerzo para identificar y combatir el problema, particularmente en la agricultura en México y en la industria en Asia, y a participar en acciones globales para llamar la atención y empujar políticas locales para la prevención y erradicación.

México, luego de resistencias, en 2014 ratificó el Convenio 138, con lo que aumento la edad mínima de admisión al trabajo de 14 a 15 años, con una jornada máxima de 6 horas hasta los 16.

Han pasado generaciones desde entonces, y el problema derivado de la pobreza no ha cedido. Con la agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, hay nuevos esfuerzos y compromiso de los países para erradicar el Trabajo Infantil y dar a la infancia nuevas condiciones de vida, sobre todo en los temas de fin a la pobreza, educación de calidad, salud y bienestar, además de equidad de género.

Las niñas, niños y adolescentes, a pesar de múltiples esfuerzos, son todavía para muchos asuntos como la toma de decisión, INVISIBLES, sin voz, porque los adultos en nuestro enorme ego pensamos que ellas y ellos construirán su futuro mañana y no como es responsabilidad de nosotros hacerlo hoy. Es hora de un cambio que incluya el respeto a lo que piensan, lo que sienten, como ven al mundo desde sus ojos limpios y sus voces honestas.

Es hora de alcanzar la educación universal, alimentación universal, salud universal, por que no hay política social más efectiva que  la que tienda la estructura de cualquier país para su futuro.

Es hora de un cambio, no solo de hoja en el calendario, si no de conducta y compromiso para la eliminación efectiva del trabajo infantil.

Hay niños explotados e invisibles, ¿quiénes somos para pretender no ver sus necesidades? Empecemos un verdadero cambio reconociendo el problema.

Secretario General Adjunto del Comité Nacional de la Confederación de Trabajadores de México

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