El pasado domingo 13 de marzo se llevaron a cabo en Colombia las elecciones que buscaban renovar la cámara de representantes y el senado, a la vez que se escogerían los candidatos presidenciales dentro de tres grandes coaliciones políticas; de izquierda, centro y derecha. Los resultados dejaron hechos históricos que sin duda tendrán una gran incidencia en la carrera presidencial y en el futuro político del país sudamericano.

En primer lugar, se debe señalar que pese al despliegue de una enorme maquinaria electoral, del apoyo económico y político del gobierno de Duque, de evidentes prácticas de corrupción en la mesas de votación, se dio la gran derrota de la coalición de la derecha, que por primera vez no solo perdió las mayorías en el congreso, sino que hizo renunciar al principal candidato uribista, Oscar Iván Zuluaga. Con ello, se demostró el rechazo de la población a quienes consideran responsables de la mala situación social y económica que tiene el país.

El gran resultado es para la coalición de izquierda, el Pacto Histórico, que consiguió el mejor resultado del progresismo en toda la historia de la República de Colombia, ya que recibió el doble de votos que la derecha y seis veces más que el centro, demostrando con ello una enorme fuerza. De esta forma, por primera vez en la historia del país un grupo político de izquierda será la fuerza más numerosa en el Congreso. Ahora bien, sin lugar a dudas el máximo ganador de la jornada es Gustavo Petro, que cumpliendo con los pronósticos de las encuestas que auguraban su triunfo, fue el candidato más votado, logrando más del 80% de los votos de su coalición, superando además a sus dos más inmediatos contendientes; Federico Gutiérrez (derecha) y Sergio Fajardo (Centro). Esta situación lo deja en inmejorables condiciones de cara a la primera vuelta de las elecciones presidenciales en el próximo mes de mayo.

Con una larga carrera política luego de hacer parte del movimiento insurgente M-19, fue personero y concejal de Zipaquirá, representante a la Cámara, agregado de la embajada de Colombia en Bélgica, Alcalde Mayor de la capital del país, senador durante dos periodos y fue segundo en los pasados comicios presidenciales con una nutrida votación. Acérrimo crítico de las políticas del Uribismo y los sectores de derecha, sobresalen sus notables debates contra el expresidente Uribe y el paramilitarismo cuando era congresista, que le han valido el feroz ataque de los grandes sectores económicos y las élites políticas tradicionales, así como amenazas contra su vida. Con propuestas en defensa por el medio ambiente, la disminución de la pobreza y la desigualdad social, su idea de pasar de una economía extractiva a una productiva agraria, aplicar más impuestos a las personas naturales que posean las 4.000 fortunas más grandes del país y hacer lo mismo con las tierras improductivas, así como su preocupación por la convivencia pacífica, se convierte en una figura política con gran respaldo popular.

La gran sorpresa de estas elecciones es Francia Márquez, líder social afrocolombiana que fue el tercer candidato más votado del domingo, superando en votación a varias figuras de las otras coaliciones. Nacida en Suárez, Cauca, una región en el suroccidente colombiano, particularmente golpeada por el narcotráfico, la minería ilegal y la violencia, desde muy joven se ha dedicado a la defensa de los temas ambientales, raciales y feministas. Esta estudiante de derecho que ha sido víctima de varios atentados contra su vida, representa a las negritudes, las minorías, el regionalismo, es el nuevo símbolo de la lucha social de los sectores tradicionalmente excluidos, que ven en ella la posibilidad que su voz por fin se escuche.

Toda su lucha en beneficio de los marginados del país ha sido reconocida con varios premios internacionales como: el Premio Nacional de Derechos Humanos en el 2015 y el Premio Goldman en 2018, este último considerado como el ‘nobel del medioambiente’, ingresó al top 100 de las mujeres más influyentes e inspiradoras del mundo en el 2019, según la BBC de Londres. Márquez se convierte así en una de las líderes sociales más importantes de Colombia y la región latinoamericana.

Estas primeras elecciones dejan claro que el pueblo colombiano quiere un cambio, que ya no le cree a todos esos políticos tradicionales que durante décadas llevaron al país a una situación insostenible de corrupción, crisis económica, social y violencia. Hoy se vislumbra un nuevo camino, una nueva oportunidad de que Colombia logre ser esa gran democracia que históricamente le ha sido negada.

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