En menos de un año, ya hay consenso en que el gobierno actual pasará a la historia por haber cancelado las obras del nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México y, además, por condenar a la miseria y la desigualdad a millones de niños pobres con su contrarreforma educativa. El daño causado ya puede medirse en miles de millones de dólares y en generaciones perdidas.
Es cierto que también podría pasar a la historia como el gobierno que dejó de perseguir a los narcotraficantes y abandonó a los ciudadanos indefensos ante el avance territorial de los grupos criminales, con su cauda de violencia, impunidad y miedo, pero la decisión más lesiva, de mayor alcance, será sin duda la de entregar la educación básica a las mafias sindicales por intereses electorales.
En menos de un año, nadie que mantenga intacta su capacidad crítica podría negar el ascenso del autoritarismo presidencial, el cual exige a todos los sectores de la sociedad, la prensa incluida, aceptar la palabra oficial como la única verdadera, incluso cuando se defiende a funcionarios cuya corrupción parece razonablemente sostenida en investigaciones de periodistas prestigiosos. No se concede a nadie el derecho de pensar distinto, aunque tenga pruebas documentales en la mano.
Con ese autoritarismo se canceló la reforma educativa del sexenio pasado y se aprobaron las tres leyes secundarias de la nueva reforma, la cual metió reversa al esfuerzo a favor de la calidad. Estoy convencido de que sólo la calidad de la educación pública permite a los mexicanos el ascenso social, mejores ingresos y su realización personal. Es la única forma de garantizar un piso parejo a la hora de salir al mercado laboral. Al preferir la alianza electoral con los sindicatos, el presidente condenó a los niños.
La decisión es muy grave, especialmente para los niños más pobres de Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas, los estados más pobres del país, pero no los únicos. ¿Qué será de ellos en manos de la CNTE? ¿Qué pueden enseñarle esos trogloditas que rapan a sus compañeros que sí desean dar clases, secuestran, bloquean carreteras, destruyen propiedad privada y pública?
¿Qué tan atrás se quedarán los niños pobres en lo que ahora se conoce como la cuarta revolución industrial? Hace dos años, Jorge Vega Iracelay, alto ejecutivo de Microsoft, describía este nuevo mundo: “La fantasía de la inteligencia artificial, o la ficción de una vida cotidiana que transcurre en un espacio virtual, la impresión 3D, los coches sin chofer o la robotización de la manufactura son ahora algunas de las realidades que constituyen el código fuente de la economía actual. Este código es el elemento distintivo que separa a una revolución de la otra: en una, la tecnología es una herramienta pasiva que ayuda a la producción; en otra, la tecnología es una extensión de las capacidades humanas para interactuar y crear”. Condenar a los pobres a la mediocridad es condenarlos a la miseria.
¿Qué tan atrás se quedarán de la revolución mental que recorre el mundo? El mundo, asegura Alessandro Baricco, alumbra una nueva civilización, un giro tan espectacular como esas formas de pensar que llamamos Humanismo, Ilustración, Romanticismo. Esa sí es una cuarta trasformación. ¿Qué podrían enseñar esos maestros que se niegan a ser evaluados porque prefieren manejar y vender las plazas, ascender en el escalafón por su asistencia a mítines? Tarde o temprano, el gobierno de López Obrador deberá responder ante la historia por su traición a los niños pobres.
El movimiento en reversa atemoriza. No es que estemos muy avanzados ni al mismo nivel de nuestros socios de la OCDE, pero vamos para atrás. El gran riesgo es que el pensamiento mágico del gobierno se extienda a grandes sectores de la población, que las universidades se conviertan en centros de adoctrinamiento político o que el partido en el poder extienda su gobierno mientras las supersticiones, los remedios caseros y los brujos se multiplican entre los mexicanos para solucionar los problemas de escasez de medicinas en el sector público.
Este gobierno y su partido abdicaron a su responsabilidad de mantener la rectoría del Estado en materia educativa. Lo hicieron por intereses electorales, para mantenerse en el poder. Ganó a mafia sindical y perdieron los niños, especialmente los niños más pobres de los estados más pobres. Conforme con los voceros de la CNTE, el acuerdo lo construyeron personalmente con el presidente López Obrador. Él será el responsable ante la historia. La historia lo juzgará y lo condenará.