En las últimas semanas se ha venido dando un ataque feroz y espurio contra los jueces y magistrados del Poder Judicial Federal. Quien lo hace inclusive contradice las prácticas del México más autoritario del Siglo XX. De los 30 hasta los 90 el régimen político no se confrontó directamente ni con el Poder Judicial Federal ni con las Fuerzas Armadas (a su vez estas tampoco confrontaron directamente al poder presidencial). Al final estas instituciones fueron básicas para sostener la transición democrática.

Las reformas al Poder Judicial se hicieron con el fin de fortalecer su autonomía y su independencia. Frente a los excesos del presidencialismo, el sistema político mexicano optó por fortalecer a los órganos encargados de la aplicación de la ley. La transición política fue un cambio de reglas no escritas, y por ende discrecionales, por un sistema de reglas escritas aplicadas por órganos expertos e imparciales. Baste recordar cuando los conflictos poselectorales se discutían y resolvían en la Secretaría de Gobernación, mientras que hoy son resueltos por los tribunales.

No se trata de tapar al Sol con un dedo. Claro que existen y han existido jueces corruptos e improvisados, pero también hay que decirlo con todas sus letras, esos jueces suelen ser dóciles y abyectos frente al poder. Buscan que sus parcelas de corrupción sean protegidas desde el Poder Político a cambio de su obediencia. Esos no son los jueces que vienen siendo atacados en las últimas semanas. Las víctimas de esta campaña son los jueces independientes que hacen valer la ley frente al poder mismo. Son aquellos que protegen los derechos fundamentales y dicho sea de paso los derechos de los más pobres y vulnerables.

1. Porque esos jueces obligan a los poderosos a probar las descalificaciones que hacen a los demás. Por ello, el que solo descalifica y no prueba le saca la vuelta a los Tribunales.

2. Porque esos jueces obligan a las fuerzas de seguridad del Estado a probar sus acusaciones, y con ello nos defienden de quedar sometidos a los prejuicios o los intereses políticos de quienes influyen en los aparatos de seguridad y procuración de justicia.

3. Porque esos jueces no se someten a las órdenes o a los caprichos que vienen de la política sino a la ley y a los valores que ella encarna.

4. Porque esos jueces son movilizados por las organizaciones no gubernamentales para reconocer a las personas y los grupos vulnerables y obligar a la autoridad a que los proteja. Esos son los jueces que ordenan que se les de medicina al enfermo o educación de tiempo completo a los mexicanos.

5. Porque esos jueces han visibilizado y protegido la pluralidad que existe en el país, y por ello hoy el poderoso tiene que reconocer la violencia que se ejerce contra las mujeres, los indígenas o los no heterosexuales.

6. Porque mientras que los políticos prefieren administrar el conflicto sin tomar decisiones, esos jueces los obligan a resolver los problemas ajustándose a la ley.

7. Porque esos jueces se encargan de que la competencia política sea equitativa y el poder se le entregue a quienes más voto obtenga.

8. Porque esos jueces son los servidores públicos que más horas trabajan, entre semana y los fines de semana, sin buscar otro reconocimiento que la camaradería de sus compañeros y la misión de desentrañar la ley para encontrar en ella un sentido de justicia que nos hace a todos más humanos.

9. Porque esos jueces, así como defienden, reconocen y desarrollan nuestros derechos también esclarecen y exigen el cumplimiento de nuestros deberes, favoreciendo una comunidad más digna y solidaria.

En una sociedad sin ley, prevalece el poderoso y el privilegiado. Sufre el pobre y se persigue al valiente.

Por el bien, la libertad y la dignidad de todos los mexicanos es imperativo parar esta infamia.

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