Los partidos políticos, como asociaciones de interés público, cumplen principalmente dos funciones básicas. Por un lado, constituyen entes de atención ciudadana donde la población presenta sus exigencias o requerimientos sobre diversos temas. Por otro lado, son representantes de la población que, al ganar una determinada elección, por el voto de la ciudadanía, estarían obligados, al menos en principio, a canalizar las demandas de la población buscando su beneficio.

Sin embargo, estas entidades han dejado de representar a la sociedad, al menos, así lo percibe la población.

Si analizamos una muy interesante medición realizada el año pasado (septiembre de 2019) por Consulta Mitofsky denominada “Confianza en Instituciones 2019” y que en su oportunidad fue publicada en el diario El Economista, podemos observar con claridad tres grandes rubros: las instituciones que guardan una “confianza alta” por parte de la población; el bloque de instituciones con una “confianza media”, y el bloque con una “confianza baja”.

Entre las instituciones punteras en este ejercicio se ubican las universidades y el Ejército con una puntuación de 7.3 y 7 respectivamente, en una escala del 1 al 10. Con una “confianza media” encontramos, entre otras, a instituciones como los medios de comunicación (6.8), el INE (6.5), o la Suprema Corte de Justicia de la Nación (6.3).

Sin embargo, las instituciones que están en el sótano respecto de la confianza ciudadana son la policía (5.7). los sindicatos (5.5) y, adivinó usted, peleándose el último lugar encontramos a los partidos políticos (5.4) y a los diputados (5.3).

Ahora bien, desglosando la información de dicha medición, vemos algunos datos relevantes tales como: A mayor escolaridad (universidad y más), se incrementa la desconfianza en los partidos políticos (4.9). Las mujeres le otorgan menor evaluación (5.3) que los hombres (5.5); la población arriba de los 30 años le asignó un puntaje de 5.3, en cambio los jóvenes, aunque le da una calificación reprobatoria, los partidos obtendrían un puntaje de 5.5.

Las explicaciones a este fenómeno pueden ser muchas que van desde promesas de campaña de diversos candidatos no cumplidas, espectáculos que generan algunos legisladores que dan pena ajena, el reclamo de la población que otorgó su voto a un determinado partido y a su candidata o candidato y cuando llega al órgano legislativo cambia, sin más, de partido, o bien, aquellos que prometieron trabajo territorial con la gente y en cuanto ganan jamás vuelven a su demarcación territorial entre tantos y tantos ejemplos más.

Pero para muestra un botón. El INE dio cuenta del informe final sobre el procedimiento de revisión, actualización y sistematización de los padrones de afiliadas y afiliados de los partidos, con corte al 31 de enero de 2020. ¿Y qué cree? Por decir lo menos, los datos son sorprendentes.

De acuerdo con la información pública del órgano electoral nacional, en el proceso de actualización de los referidos padrones, se llevó a cabo la cancelación de varios millones de registros. Estas se deben principalmente a duplicidades de afiliación que han resultado del procedimiento de construcción de nuevos partidos políticos nacionales que, dicho sea de paso, ese es otro gran tema.

Es importante señalar que entre el padrón de afiliados que los partidos políticos presentaron en este proceso y, el que resultó al término de la verificación tenemos que algunos resultaron con menos del 76% de sus afiliados, otros menos del 50% y así sucesivamente.

Estos datos nos permiten ver que los partidos deben de reinventarse, no pueden seguir manejando sus actividades de esta forma del cual muestro un ejemplo.

Lo más importante es que deben mirar hacia dentro en la búsqueda de ver sus errores, no sólo electorales, y volverse a ganar la confianza de la población que, como ya mostramos, hoy la tienen perdida.

Analista político. @fdodiaznaranjo

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