A prácticamente dos meses de la elección más grande que haya registrado nuestro país, las campañas electorales llegan como una de las etapas más importantes de la elección concurrente que, de acuerdo con lo establecido por la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales constituyen “…el conjunto de actividades llevadas a cabo por los partidos políticos nacionales, coaliciones y candidatos registrados para la obtención del voto”.

Estas actividades, de acuerdo con lo determinado por la propia legislación electoral son todas aquellas relacionadas con reuniones públicas, eventos, recorridos, asambleas y un sinnúmero de acciones que elección tras elección vemos y a las que habría que incluir toda la estrategia desplegada en las redes sociales que, como nunca, se han vuelto un ingrediente fundamental de nuestra cotidianidad y que buscan exponer ante la ciudadanía sus propuestas.

Aunque algunas campañas electorales ya arrancaron otras, la mayoría, están por hacerlo y con ello se encenderá la efervescencia política de todas y todos los competidores (partidos políticos, coaliciones, candidatas y candidatos de éstos y candidaturas independientes), por alcanzar la simpatía del electorado y que eventualmente, el próximo 6 de junio voten por ellos.

La tarea no es fácil, máxime si se renovarán más de 20 mil 500 cargo de elección popular de donde destacan, a nivel federal, la renovación de los 500 espacios legislativos de la Cámara de Diputadas y Diputados. A nivel local, sobresale la elección en 15 entidades federativas en donde la ciudadanía podrá elegir gobernador o gobernadora; en 30 estados se renovarán los congresos locales y habrá elecciones en casi 2 mil ayuntamientos para la renovación de diversos cargos entre presidencias municipales, sindicaturas y regidurías (para el caso de la Ciudad de México, además de su Congreso, se renovarán las 16 alcaldías y las más de 200 concejalías). Y, por si fuera poco, el mismo 6 de junio habrá elección extraordinaria en el Estado de Nayarit para elegir Senador o Senadora de la República.

Esto significa la movilización de mucha gente y de mucho trabajo por parte de los actores políticos que, además de cubrir con éxito los periodos de campaña, deberán organizar ejércitos de personas para la consecución de sus objetivos, así por ejemplo, deberán acreditar, cuando menos a un representante por cada una de las más de 162 mil casillas que se instalarán en la República mexicana para recibir a votación de las y los mexicanos inscritos en la lista nominal que, de acuerdo con información pública del INE se contabilizan más de 93 millones se registros.

Es por ello que las campañas electorales buscan mejores herramientas tecnológicas que generen impacto a la ciudadanía a través de la propaganda electoral con técnicas de la llamada mercadotecnia política que buscan vender a un personaje que ostenta una candidatura como un producto que la gente necesita. Sin criticar esta técnica, me parece que es necesario retomar el espíritu de la legislación electoral que indica que la propaganda electoral, como parte de una campaña debe “…propiciar la exposición, desarrollo y discusión ante el electorado de los programas y acciones fijados por los partidos políticos en sus documentos básicos y, particularmente, en la plataforma electoral..” para la elección correspondiente.

En este sentido y ante el arribo de las campañas electorales ojalá y las mismas se presenten ante el electorado con propuestas viables, con visión de atención a la gente y dirigidas según las competencias y atribuciones de cada candidato o candidata de acuerda al cargo que aspiran obtener. Sería ideal que las descalificaciones se hicieran a un lado y prevaleciera el entendimiento razonado entre candidatos y candidatas. El electorado merece campañas distintas, propositivas y claras para que la población haga lo suyo, es decir, que participe en esta enorme elección y que, independientemente de por quién o quienes vote la ciudadanía, nuestra democracia salga fortalecida.

Lo menos que necesitamos como nación son campañas que confronten a la población, necesitamos cambiarlas a esquemas de mayor entendimiento, ojalá y los actores políticos lo entiendan, veremos.

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