Mucho se ha escrito en últimas fechas sobre el próximo ejercicio de Revocación de Mandato que se llevará a cabo el próximo 10 de abril, es decir, en poco menos de dos meses. Muchas posturas públicas tienen opiniones encontradas.
Desde mi perspectiva este ejercicio, que se inscribe como un mecanismo de participación ciudadana tiene varias aristas que debemos analizar con atención. En primer lugar, nuestro país no esta acostumbrado a mecanismos de democracia directa, como también se les conoce, principalmente porque no había tenido el impulso suficiente del Legislativo, al menos a nivel federal, toda vez que en lo local varias entidades federativas han tenido experiencias de éxito, por ejemplo, el ejercicio denominado de presupuesto participativo que, en la Ciudad de México, se lleva a cabo desde hace más de 10 años y en el que nuestros vecinos pueden proponer algunos proyectos de mejoras en sus localidades y, democráticamente son votados para que las Alcaldías respectivas, con un porcentaje que oscila en un 3% de su presupuesto, lo destinen a lo que la ciudadanía determinó en una elección que lleva a cabo la autoridad electoral local.
A nivel federal, el primer ejercicio de participación ciudadana que se llevó a cabo fue la Consulta Popular apenas dos meses después de la elección de junio del año pasado, es decir, nuestro sistema democrático estrenó esta vía luego de muchos años en que la sociedad había pugnado por contar con mecanismos que le permitieran expresarse, hacerse sentir y hasta proponer.
Bajo este contexto, considero que cualquier ejercicio de Revocación de Mandato tiene algunas ventajas, haciendo de lado, por supuesto, enfoques políticos que no abonan en democracia, a saber:
-Permite a la ciudadanía participar y manifestarse sobre la gestión de gobierno;
-Puede verse como un mecanismo de evaluación de resultados, tal y como sucede con los procesos electorales en donde la población refrenda con su voto una determinada opción política, o bien, le da la oportunidad a otra;
-Es un ejercicio que seguramente, irá abriendo el camino para otro tipo de ejercicios en el que la población sea tomada en cuenta, porque no decirlo, para opinar sobre alguna ley o bien, sobre determinada política pública;
-Un ejercicio de participación ciudadana genera una mayor proximidad entre autoridades y la población;
-Permite un veredicto en el que el juez son los y las ciudadanas que participen que, si lo hacen en un 40% de los inscritos en el listado nominal, resulta vinculatorio, entre otros.
Ahora bien, muchas quejas e informes públicos se han dado a conocer a la opinión pública sobre diversos aspectos del proceso que ha ido dejando este ejercicio de Revocación de Mandato. Al respecto, debemos recordar que, la Ley en la materia es perfectible y que con base a la experiencia que se ha ido registrando seguramente necesitará de alguna cirugía mayor, al igual que, en estos momentos, varias disposiciones normativas en materia electoral se encuentran en revisión del Legislativo de forma previa al proceso electoral federal de 2024 que, dicho sea de paso, inicia el último trimestre del año que entra, es decir, en 2023.
Además, las prácticas que el Instituto Nacional Electoral (INE) ha ido registrando, cómo, por ejemplo, las inconsistencias presentadas en la compulsa de las firmas de ciudadanos y ciudadanas que solicitaron este ejercicio deberán en su oportunidad revisarse y, de ser el caso, sancionarse.
Pero con todo y ello, tenemos hoy un mecanismo más de participación en nuestra democracia que, al final la consolida y, lo mejor de todo es que la planeación, organización y desarrollo está en manos de una institución autónoma como el INE, lo que garantiza certeza, transparencia y equidad en esta contienda participativa.
Lo que sigue, independientemente de que el Legislativo, en su caso, haga las reformas a la normatividad correspondiente o inclusive el INE perfeccione sus criterios para este tipo de ejercicios, el veredicto queda en manos de la ciudadanía y eso, queridos lectores, es lo más valioso en un sistema democrático.
