Fernando de Buen

Demoler para reconstruir

Fernando de Buen
08/06/2024 |02:52
Fernando de Buen
Autor de OpiniónVer perfil

Ya nada queda de la partidocracia del siglo xx. El PRI, el PAN y el PRD llevan años viviendo en un deleznable estado de descomposición y, en sus cuarteles, solo se escuchan los estertores de un moribundo. No es tiempo de que despierten, es tiempo de darles cristiana sepultura, rescatar a los poquísimos que lograron aislarse de su estulticia y fundar una nueva organización política que tenga como cimiento a la sociedad civil. Un partido sin tribus, sin compadrazgos, sin corrupción y, utópicamente… sin políticos.

Morena, el Partido Verde, el PT y MC no están exentos de esta descripción, pero se han visto favorecidos por millones que eligieron seguir al mesías tabasqueño u optaron por alguna de sus insaciables rémoras. Continuarán siendo el refugio de muchos más políticos que corren a integrarse bajo su manto poderoso y protector.

Es indispensable enterrar a los partidos porque su cáncer ha hecho metástasis en todo el territorio nacional. Su piel está seca, sus huesos se disuelven y sus pulmones se están quedando sin aire. Seguirles dando recursos públicos a estos zombies, es darles la última piscacha que, seguramente, terminará en sus bolsillos, porque ha quedado claro que los que recibieron para la reciente campaña, no se reflejaron en el apoyo a sus respectivos candidatos y, mucho menos, a las coaliciones que conformaron.

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Es inconcebible que en un país que se dice de avanzada, los partidos políticos sigan dependiendo de las órdenes de una sola persona que, para su infortunio, es corrupta, soberbia o no sabe desempeñar su papel. Usted, querido lector, acomode los adjetivos que le correspondan a Alejandro Moreno (PRI), Marko Cortés (PAN) y Jesús Zambrano (PRD).

Los negativos acumulados de cada partido son inmensos e irreversibles. La gráfica que los muestra dibuja una curva que asciende progresivamente y, en su parte final, se asemeja a la inmensa torre del Burj Khalifa, en Dubái, con sus casi 830 m de altura. Afirmo su irreversibilidad, porque ya el propio nombre de las tres organizaciones es un lastre imposible de arrastrar.

Nos hemos quejado hasta el cansancio de que López Obrador es también el secretario de todas las carteras de su Gobierno y nunca ha permitido que alguna decisión escape de su control. Ahora bien, ¿son acaso los partidos políticos diferentes a este sistema autocrático y presidencialista? De ninguna manera, las voces de Alito, Marko y Jesús son acatadas a pies juntillas por sus respectivas greyes. En el estricto sentido de la famosa frase de Mario Vargas Llosa, cada una de estas organizaciones es una «dictadura perfecta».

Solo queda, pues, derribar las tres construcciones —o las dos si consideramos que el PRD ya se está derrumbando— y buscar material de demolición que sea útil para el proyecto, como el que se usa en la incomparable arquitectura mexicana.

Debemos buscar un nuevo terreno, de suelo firme y apto para la construcción de un edificio tan alto, que pueda verse desde todo el país. Debemos planear desde sus cimientos, que su construcción sea resistente a tormentas, huracanes y hasta terremotos; debe ser de cristal por los cuatro costados para mostrar siempre su transparencia y, en su punto más alto, contar con un faro que ayude a que los pilotos de este país se orienten en la ruta correcta.

Su militancia sabrá lo que no se debe hacer, por lo que es indispensable comenzar de cero y establecer un régimen democrático con reglas claras que no puedan ser modificadas de contentillo por quienes ejercen el poder; debe basar su ideario en el sentir de la sociedad civil y ser ésta quien conforme como máxima autoridad a un consejo nacional, al que no puedan pertenecer el presidente en turno y sus más cercanos colaboradores.

Será preciso contar con cuadros de políticos profesionales que, habiendo pertenecido a estas instituciones, han mostrado independencia ideológica, esfuerzo y valor civil. No los menciono, porque podría omitir a algunos de quienes encajan en esta descripción. Ellos nos ayudarán a conformar la estructura de este nuevo esfuerzo que nacerá con un impresionante poder nacional.

El nombre de la agrupación ya existe, Marea Rosa, y solo habrá que constituirla debidamente.

¿Te gustaría formar parte de ella?

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