Tengo un primo, cuyo nombre no es un homenaje al genio del futbol mundial, pero ser su tocayo fue una de las razones que provocó su admiración y el motivo por el que me convenció para acompañarlo al Showbowl —un partido de exhibición donde jugaría su ídolo—; fue el 11 de noviembre de 2006.

Por azares del destino, esa noche logramos entrar al hotel de Polanco donde estaba hospedado, minutos antes de que se acordonara la zona y nadie pudiera ingresar. Enseguida, apareció escoltado por 10 elementos del extinto Estado Mayor . Tratamos de alcanzarlo, pero fue imposible, sólo pudimos llegar hasta un pasillo, donde inmediatamente fuimos detenidos por los elementos de seguridad; al fondo, se apreciaba la entrada a un pequeño salón y nada más.

Estábamos con una frustración enorme y, al vernos, una mujer nos hizo la pregunta que cambió la noche: “¿Les gustaría cenar con Maradona ?”. Nuestra cara lo dijo todo, nos pidió que esperáramos un momento y un par de minutos después regresó con uno de los organizadores del evento, asegurando que éramos los dos ganadores de una encuesta, cuyo premio era justamente la cena.

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Una vez dentro, hablamos de su deseo por dirigir la selección argentina en un Mundial, mismo que cumplió en 2010. Recuerdo que, a mitad de la plática, entraron Jorge Campos y Carlos Hermosillo a saludarlo y regalarle sus camisetas. “¿Cómo podías atajar con esto? Está espantosa”, mencionó, y los tres rieron. Enseguida, vio la camiseta de Cruz Azul . “Esta sí me gustó”, comentó y se la vistió.

La noche avanzaba y era momento de irse. “Me voy a fumar un habano al cuarto”. Fue entonces cuando le pedimos que nos hiciera el favor de firmar nuestras playeras, y enseguida bromeó: “¿Qué hacen dos mexicanos con la albiceleste puesta?”. A lo que contestamos: “Cumpliendo un sueño y cenando con el más grande de la historia”.

Tras las fotos del recuerdo, mi primo le prometió que, para recordar esa noche, su primer hijo se llamaría Diego Armando , a lo que contestó: “Mirá, qué lindo. Gracias muchachos; por ustedes los hinchas, mi historia sigue viva”. Nos dio un apretón de manos y se retiró a descansar o, al menos, eso fue lo que nos dijo. La vida nos ha enseñado que “sólo muere lo que se olvida”. No cabe duda, Diego Armando Maradona será eterno. QEPD .

@FerCevallosF

 
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