Desparpajo, atrevimiento, regate, descaro... Lleva el barrio en los pies y el futbol en la cabeza. Chivahermano desde la cuna y figura de la Selección Nacional en Tokio 2020. No es casualidad que hubiera sido el Balón de Oro en el Preolímpico de la Concacaf. Desde entonces apuntaba como el factor diferencial en esta Sub-23. FIFA lo ratificaba, al reconocerle como uno de los cuatro futbolistas más importantes en la fase de grupos, junto al egipcio Ahmed Hegazy, el japonés Takefusa Kubo y el brasileño Richarlison.
Contra Francia brilló, marcó y se presentó en sociedad. Días después, el propio Kubo lo destacaba como un futbolista diferente. Contra Sudáfrica se destapó: Otro gol a su cuenta personal y se convirtió en el motor en ataque. La comodidad y el entendimiento que provoca jugar con su socio natural en el Guadalajara le ayudaron a brillar aún más, al punto de que el Jimmy tiene dudas sobre el dueño de la banda derecha, en la que Diego Lainez parecía inamovible. La otra es sólo de él, con toda la libertad de moverse en el frente.
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La presión no parece afectarle.
Atrás quedó el episodio del vodka de tamarindo que le hizo madurar; desde entonces, su rendimiento ha sido inobjetable , tanto en su club como en Selección. Afortunadamente, y a diferencia de lo que ha pasado con el Tata Martino, Lozano supo conciliar, arropar y proteger a una de sus figuras, a la que Ignacio Rivero estuvo a punto de dejar fuera de los Juegos Olímpicos por la lesión que pudo haber sido más grave de lo que resultó.
La convocatoria al vapor y con tantas limitantes
de las selecciones europeas confirma que, para los grandes clubes, el torneo olímpico tiene tintes de amateur. Amparados en el reglamento, al no ser competencia oficial, eximen su compromiso moral de prestar futbolistas a la delegación de su país, pero al mismo tiempo provoca que aquellas selecciones que están fuera del catálogo de potencias brillen, haciendo de esa competencia la mejor vitrina para sus jugadores con calidad de exportación, reflectores que tú, Alexis Vega , tienes que seguir aprovechando y, aunque eso implique dejar a Chivas aún más debilitado en el torneo doméstico, es momento de tomar el vuelo directo de Tokio a la élite. Aterriza en Europa y no vuelvas más.