Me ha dado por recitar. Empecé como el seminarista desde la ventana de un casucho viejo, abierto en verano, cerrado en invierno por vidrios verdosos y plomos espesos mezclando la lectura con el rezo, para pasar después por la Plaza del Querer en el recuerdo de tus cinco toritos negros que me traen a mal traer.
Pensé que aquella afrenta de hace 17 años, de cuando el destierro de Necaxa no se repetiría y justo cuando parecía que todo había pasado sin rencores ni perdón, porque no le va a mi señorío, guardarle rencor a un río que fue regando mis flores, nos enteran de que se corta el torneo de tajo.
Nos hicieron creer que la salud era primero y nos salieron con que mi cantón magrecita, ya pa’que lo quero, sí se me jue la paloma del nido, si me falta el calor de su cuerpo. Morelia divino tesoro ya te vas para no volver, cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer. La Federación es una pachanga, digamos que poéticamente, una fiesta en donde recogieron las basuras de su proceder siempre a oscuras. Bailan y se dan la mano entre villano y villano, prohombres y gusanos sin importarles la facha. Se escucha en Mazatlán el “apurad, que haya os espero si queréis venir.
En breve, juntos a la sombra de un farol, empapados en alcohol se vuelven a magrear a una muchacha que ya anunciaron pueda ser Querétaro. Que mansa pena me da que el puente siempre se queda y el agua siempre se va. Agüita que por mi mano corría El río es andar, andar hacia lo desconocido; ir entre orillas vencido, vencido y por vencido, llorar.
Sin balón de por medio, todo se ha vuelto temerario, como dijera Armando Archundia.
No que sea poesía, pero en medio de todo y con la Unidad de Inteligencia Financiera encima de movimientos de algunos; con el anuncio de que el SAT ahora sí va a tener que ver con futbolistas y equipos también; con todo, pues, esta pandemia nos está llevando de la crisis al caos. Todos sin temor a equivocarme a la baja, en medio de la baja, tratando de hacer valer nuestro pasado y trayéndolo al presente para convertirlo en futuro. Un futuro incierto porque aparentemente no hay presente salvo el de unos cuantos atrevidos y otros más que al cubrirse descubren. Que al acecho de la verdad nos damos cuenta de falsedades, una solución engañosa y pésimos manejos.
Que fatiguita de muerte, lo mismo cuando te veo, que cuando dejo de verte. Es que siento por verte un deseo que casi me da la muerte. Futbol mío, yo no te puedo odiar, por esta mala partida, porque odiar es en la vida, un cierto modo de amar.