10 de octubre de 2017 es la fecha en que la selección de Estados Unidos tocó fondo. Necesitaba un miserable empate en Puerto España, contra una Trinidad y Tobago eliminada del Mundial 2018. La victoria de Honduras sobre México condicionó al equipo de Bruce Arena, por lo menos a empatar, para disputar el repechaje con Australia, en un estadio caribeño semivacío y casi inundado.

Ese día, la selección estadounidense tocó fondo. Con un equipo plagado de Vacas Sagradas (Howard, Bradley, Altidore, Gonzalez, Beasley, Arriola y Dempsey) perdió 2-1. Se fue el DT Arena, el comisionado Sunil Gulati, se fue una generación histórica y vieja de futbolistas, se fueron 10 millones de dólares y se fue la octava participación consecutiva de Estados Unidos en una Copa del Mundo.

“Tocar fondo” es el diagnóstico indiscutible de que no hay nada peor, que todo se ha perdido y que, desde ese lugar donde uno acepta su desgracia, solamente puede haber ascensos. Para eso, es indispensable reconocer con humildad que lo realizado hasta ese punto ha sido un ejercicio fallido, dentro de una espiral destructiva y que —sin la menor duda— se deben plantear estrategias muy diferentes a las realizadas hasta ese momento.

El problema de tocar fondo es que es subjetivo y autocrítico. Por lo mismo, cada fondo es determinado por su propio protagonista en las drogas, el alcohol, la depresión, la histeria o los malos resultados en el futbol. A final de cuentas, el denominador común es que, quien toca fondo, necesita ayuda.

Se dijo, luego del fracaso de la Selección Mexicana en Qatar, que se había tocado fondo, luego de quedar eliminados en primera ronda, como no sucedía desde Argentina 1978. Evidentemente, quienes estaban al frente de la Selección, de la Federación y de la Liga MX, no consideraron que el futbol mexicano había tocado fondo, por lo que más de dos meses después, se anunciaron cambios que en realidad no eran cambios y mucho menos soluciones. Hoy, casi año y medio después de la eliminación en Qatar, se vuelve a mencionar que el balompié nacional ha tocado fondo. Parece evidente que del fondo solamente hubo pequeños brinquitos que sólo sirvieron para regresar a ese fondo.

Estados Unidos acaba de imponer una marca sobre México de siete partidos invicto, con cinco victorias y cinco sin recibir anotación. Los papeles se invirtieron. Después del verdadero y reconocido fondo tocado por US Soccer, se hicieron cambios reales que muy pronto dieron resultados; desde su regreso a la Copa del Mundo, ser el único representante de Concacaf que accedió a segunda ronda, hasta presumir —en su más reciente convocatoria— que 21 de sus 23 jugadores forman parte de algún equipo europeo y la inmensa mayoría con muchos minutos de participación en la actual temporada.

US Soccer ha hecho alianzas con equipos europeos (FC Dallas-Bayern Munich), ha planteado precios reales de sus jugadores, cuenta con formadores y entrenadores que no temen a la juventud y hoy tiene talento joven distribuido en las cinco grandes Ligas de Europa. Se busca el beneficio deportivo y económico para todos, con negocios duraderos, y se aprovecha la posibilidad de contar con pasaportes comunitarios en un sinfín de futbolistas.

Aquel 10 de octubre de 2017, el futbol de Estados Unidos recibió una lección de la que aprendió, con autocrítica, y aceptó que había “tocado fondo”. El 30 de noviembre de 2022, México recibió una lección, sin autocrítica, de la que no aprendió, por no aceptar que había “tocado fondo”. Ahí, la diferencia reflejada en esta nueva derrota.

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