Fueron seis balazos, contó Pepe Mujica al relatar el episodio en que, siendo guerrillero Tupamaro, entró la policía al bar de Montevideo donde se encontraba, le pidió documentos y —en lugar del carnet— mostró su pistola. No disparó, pero —en contraparte— varios uniformados se le abalanzaron, lo sometieron y le dispararon. Sobrevivió de milagro y después fue a la cárcel en 1970.
A cierta hora, mientras algunos presos jugaban futbol y elevaban los gritos y discusiones deliberadamente, otros tantos cavaban el túnel que les permitiría, tiempo después, conectar sus celdas con una casa a las afueras de la cárcel.
En 1971, el líder guerrillero escapó del penal de Punta Carretas, junto a más de 100 compañeros. Fue recapturado un año después y no recuperó la libertad sino hasta 1985. Torturado brutal, sistemática, física y mentalmente, Mujica sufrió golpes y humillaciones con media ración de agua y alimentos.
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Es un buen día para recordar a Pepe Mujica, quizá uno de los presidentes más famosos del siglo XXI. No por ser populista, sino por ser verdaderamente popular (aunque no haya sido tan profeta en su tierra); no por creerse el dueño de la verdad, sino por aceptar cada uno de sus errores; no por cambiar la elección de los jueces y magistrados, ni por modificar la Constitución, sino por plantear, en múltiples foros internacionales, mensajes globales con temas de importancia para los seres humanos en general y no sólo para un grupo específico... No por insistir una y otra vez, día tras día, en la falsa austeridad, sino por llevar verdaderamente una vida sencilla, en una humilde casa sin seguridad, con un Volkswagen muy viejo, un tractor y una perra de tres patas.
Pepe gobernó de 2010 a 2014, no logró elevar el nivel educativo en Uruguay (una de sus metas), aunque promulgó leyes como legalizar el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y regular el mercado de la marihuana.
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Es un buen día para recordar a un expresidente que dedicó gran parte de su vida, libertad y salud a combatir una dictadura que, como todas, fracasó con el tiempo. Para recordar a un auténtico líder que, junto a cientos de aficionados, aguardó el regreso de la selección uruguaya, tras su participación en la Copa del Mundo Brasil 2014, para externar su apoyo al sancionado Luis Suárez (nueve partidos por morder a un rival italiano), con un contundente: “La FIFA son una manga de viejos hijos de puta”. Pepe, aficionado del Club Cerro, jugó futbol, pero siempre aceptó que “era muy malo, tan malo que sólo daba patadas”, y abiertamente externó que los salarios de los futbolistas “ofenden a la población... [Los jugadores] son el pretexto para una movilización económica que gira alrededor de ellos”.
Es un buen día para escribir sobre Pepe Mujica, este maravilloso personaje que no murió de seis balazos, pero en muchos medios de comunicación fue dado por muerto hace unos días, a sus 89 años y con cáncer de esófago. Un tipo que ha sobrevivido a tantas “muertes”, probablemente quiere ser testigo del cambio de Gobierno en México, para tener la posibilidad de despedirse en vida de quien sólo fue una mala copia suya, de quien fue un muy malo y erróneo practicante de la sencillez, la austeridad y la autocrítica.
@felixatlante12 @felixunivision12
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