“Si yo pudiera escoger mi muerte, elegiría morir de cáncer sin duda…”, nos dijo aquella tarde la tanatóloga que pidió reunir a los más allegados familiares de quien vivía sus últimos días, postrada en su cama. Fui uno de los presentes hace ya 20 años… “…es que morir de cáncer te da la oportunidad de saber la causa de tu muerte, te permite despedirte, reconciliarte y preparar tu inminente partida”.
Desde entonces he visto pasar, como todos ustedes, cualquier cantidad de batallas incesantes contra el cáncer (todas ellas admirables) y, desafortunadamente también muertes por esa terrible enfermedad que, tan sólo en 2022 cobró casi 10 millones de vidas en el mundo, ocupando la segunda causa de muerte a nivel mundial.
El pasado lunes 26 de agosto murió el director técnico sueco Sven Goran Eriksson. A principios de este año dio a conocer que padecía cáncer en el páncreas y se encontraba en fase terminal. Decidió hacer, tal cual, su gira de despedida, grabar un documental y compartir sus reflexiones, tan sencillas como directas y tan tranquilas como llenas de paz.
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Durante la Copa del Mundo Alemania 2006, previo al encuentro Inglaterra vs Ecuador en Stuttgart, tuve la oportunidad de estar en la conferencia de prensa de Eriksson, director técnico de la selección inglesa en ese momento. Decidí preguntarle: “¿Cuáles son sus debilidades?”, a lo que respondió amablemente: “Prefiero mostrar las fortalezas y hablar de ellas, de nuestras debilidades que se encarguen otros”.
Y por lo mismo, quizá dentro de sus debilidades, hizo público de pronto su deseo de dirigir al Liverpool, al que nunca pudo llegar dentro de los múltiples equipos y selecciones que dirigió. Esa debilidad se transformó en realidad, gracias a Jürgen Klopp y su directiva, quienes le permitieron aparecer como entrenador en un partido de leyendas, contra el Ajax, en marzo pasado. La ovación en el estadio fue conmovedora.
“Tuve una buena vida, sí, creo que todos tememos el día de nuestra muerte, pero la vida también se trata de la muerte… espero que al final la gente diga: sí, era un buen hombre, aunque no todos dirán eso”, mencionó en su emotivo mensaje de despedida que se dio a conocer en redes sociales pocos días antes de su fallecimiento. En efecto, una vez más, por última vez, mostró sus fortalezas.
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Un buen hombre que inesperadamente (e inexplicablemente) dirigió a la Selección Mexicana poco menos de un año, entre los malos resultados de Hugo Sánchez y el salvamento de Javier Aguirre, previo a la Copa del Mundo 2010. Un tipo que al adentrarse en la idiosincrasia del mexicano lidiaba con las indisciplinas de algunos jugadores que no entendía cómo malabarear y que solucionaba de acuerdo con lo que aprendió en las grandes ligas que dirigió. De esa manera tuvo que ser parte de una especie de circo mediático que intentaba proteger a Cuauhtémoc Blanco, tras cometer una falta grave, y que se solucionó con un partido de despedida (que fue todo menos despedida)… “No hay que enterrarse en la adversidad, se trata de hacer algo bueno con ella”, dijo en ese mismo mensaje de despedida, aunque quizá fue una de las lecciones aprendidas en México.
Aquella tanatóloga que nos habló, hace 20 años, provocó en mi mente la reproducción de sus palabras cada vez que aparece un caso de cáncer cerca de mí. Sin duda, Sven Goran Eriksson fue un tipo agradecido con la vida, pero también agradecido con la causa de su muerte.
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