“En todo caso, el futbol, como ninguna otra actividad y/o divertimento, muestra cómo somos y cómo no somos. El espejo no tiene la culpa de lo que refleja... La radiografía no tiene la culpa de los tumores”, escribió el dramaturgo y periodista Rodolfo Braceli. Y es que, desde la humildad se perdonan los tropiezos; desde la soberbia, los fracasos se castigan con particular encanto y hasta crueldad.
Vinícius Jr. se vio con el Balón de Oro de France Football días, semanas y quizá meses antes de la entrega, el 28 de octubre, en París. Con cierta soberbia, se preparaba para el gran día en que, por fin, otro brasileño fuera reconocido con tan alto premio, luego de Kaká en 2007, justo antes de la alternancia entre Messi y Cristiano Ronaldo, que muy poco dejaron para repartir hasta el presente año, en que ninguno de ellos era candidato.
Y es que, a diferencia de los títulos que implican números y/o enfrentamientos directos, los premios son subjetivos y —por lo tanto— polémicos. Mucho más cuando la sopa se cae del plato a la boca en un futbolista que, cinco días antes de la ceremonia, realizó una de sus más espectaculares exhibiciones, al anotar tres goles en un solo tiempo del partido contra Borussia Dortmund, por la Champions League, en el que su equipo remontó dos anotaciones, para finalizar con un contundente 5-2. La confianza del atacante brasileño era tanta por ganar el premio que incluso, luego de la goleada recibida el fin de semana por parte del Barcelona (0-4) en su propio estadio, se mostraba sumamente confiado.
El Balón de Oro se ha vuelto tan cotizado como polémico desde hace algunos años, cuando —tras la conquista española de la Copa del Mundo 2010— no le fue otorgado ni a Iniesta ni a Xavi, o en 2020, cuando no se le entregó a Lewandowski (ni a nadie). En 2023, se modificó el periodo contemplado para el premio, al pasar de año calendario a temporada, con lo que fue posible entregar el octavo reconocimiento a Leo Messi (campeón del mundo en diciembre de 2022), generando bastante polémica, ya que en 2023 únicamente había ganado la Leagues Cup con Inter Miami.
El boicot de toda la delegación del Real Madrid hacia la ceremonia, después de conocer que Vinícius no ganaría el premio, robó casi todo el protagonismo a los presentes y ganadores, además de abonar al desprestigio de un, de por sí, muy cuestionado método de elección.
“Lo haré 10 veces más si es necesario. No están preparados”, escribió en sus redes sociales Vinícius, tras la desairada gala. Sí, un mensaje con soberbia de quien —a sus 24 años— ha sido parte de múltiples reacciones que, sin duda, afectaron en uno de los criterios que se toman en cuenta para otorgar el Balón de Oro: Fair Play.
El futbol muestra cómo somos y cómo no somos. Vinícius, el extraordinario atacante brasileño del Real Madrid, nos deja saber con el balón lo talentoso que es y en el campo de juego nos permite saber lo provocador que es, pero también nos deja saber, en complicidad con su club, que no es ni buen perdedor en la cancha, ni buen compañero en las ceremonias de premiación que no le favorecen.
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