Félix Fernández

Abrir y cerrar ciclos

Perder el empleo es como terminar una relación, como perder el partido semanal o perder la discusión...

Articulista Félix Fernández. Foto: EL UNIVERSAL
19/01/2024 |06:01

La noche anterior al suceso me regalé un por primera vez. Ese ritual terapéutico y espiritual dentro de una especie de iglú, que se calienta paulatinamente con piedras volcánicas, hasta lograr una temperatura sumamente alta que no solamente relaja y lleva a sudar en exceso, sino que hace reflexionar hasta las células más quietas... “Guerrero, repite conmigo: ‘hoy cierro este ciclo y abro el siguiente para seguir avanzando en la vida... Cierro ciclo, abro ciclo’”, me pedía el encargado de guiar esta práctica.

“Abro ciclo, cierro ciclo, Guerrero”, repetí, mientras festejaba mi cumpleaños bañado de diferentes exfoliantes naturales... Lo repetí sin reflexionar demasiado, hasta que —en efecto— pocas horas después, la realidad me obligó a cerrar un ciclo que no tenía contemplado finalizar y, por consiguiente, se abrió uno nuevo.

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Javier Marías, en Salvajes y sentimentales, escribió: “Una de las peores cosas de la vida es no saber —casi nunca— cuando es la última vez de nada, o cuando algo que nos entusiasma se acerca a su fin... No lo previmos y, al llegar al término, tenemos la sensación de que lo que hubo no basta y de que no disfrutamos a conciencia las ocasiones finales”.

Lo que se disfruta crea vínculos; lo que se goza, genera identificación; y lo que llena el alma, da la sensación de plenitud. Cuando súbitamente pasó la última vez, aparecen dos caminos: El del coraje y el del agradecimiento. Irremediablemente uno, por más que se niegue, se vuelve juez y parte de sus propios acontecimientos, y se llena de influencias. Es ahí donde aparece un enorme reto que marcará el camino, con la energía que nosotros creamos.

Perder el empleo es como terminar una relación, como perder el partido semanal o perder la discusión... Incluso, como perder en la lucha diaria y constante del tráfico ante otro conductor. En todos estos casos, es necesario reiniciar, porque los ciclos no son necesariamente largos, ni implican firmas, contratos o acuerdos. A final de cuentas, abrir y cerrar es iniciar y reiniciar.

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Al perder nuestro empleo, el celular se llena de mensajes solidarios; todos, cargados de positivismo e incredulidad, de contenido personal... Todos lindos y entrañables. Sin embargo, hay algo que no se toma en cuenta y nos puede confundir en esos mensajes: Los negocios son impersonales; la gente, no. Las decisiones son empresariales y los empleados somos un número de la ecuación. La ceguera por los halagos atenta contra la objetividad, y la realidad es una sola: No tenemos que presentarnos mañana a trabajar.

Se asume que —por voluntad propia— se forma parte del ritual llamado temazcal y, por lo tanto, los que ingresan son “guerreros”. No es placentero el tiempo que transcurre dentro de ese pequeño espacio tan caliente; sin embargo, lo será el estado que adquiere el cuerpo minutos después de terminar la ceremonia. No solamente los guerreros abren y cierran ciclos, pero las oportunidades y la libertad que ofrece una pérdida laboral nos pone, inesperadamente, un lindo reto para reflexionar hoy y ser mejores mañana.

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