Las palabras que las personas asocian con diferentes grupos sociales ya no son tan discriminatorias y tajantes como un siglo atrás, pero las creencias perniciosas y discriminatorias subyacentes persisten.
Desde cualquier punto de vista, el último siglo testifica un inmenso progreso para las personas de color, mujeres, personas con discapacidades, comunidad LGBTQI+ y otros grupos sociales marginados. Sin embargo, los estereotipos dañinos persisten. La manera como nos referimos a ellos lo evidencia.
Las palabras que usamos para describir a diferentes grupos, lo que manifestamos, reflejan sorprendente contenido latente. En este suelen pervivir prejuicios, descalificaciones y una acendrada discriminación.
Así, algunos arquetipos se consolidan. Por ejemplo, los afroamericanos se tildaban de perezosos en 1900. Hoy los llamamos indefensos, pero ambas palabras manifiestan un sentido negativo de incompetencia. Un ejemplo más claro está en las mujeres, alas que se les acuñó el término de histéricas. Hoy las llamamos emocionales. La idea principal no varía. Los estereotipos y prejuicios permanecen arraigados.
En el imaginario popular existen significados ocultos muy arraigados y perniciosos. Las palabras los delatan. En las ciencias sociales se comprueba esto mediante la incrustación de palabras.
La técnica permite que un sistema informático, que no tiene idea de lo que significan las palabras, determine que el perro está más cerca del gato que del refrigerador; también es la forma en que sistemas como ChatGPT aprenden a generar un texto que suena tan humano.
Tenemos entonces evidencia de que, aunque la sociedad “cambia” aparentemente, en realidad persisten sus sesgos.
Es decir, los estereotipos manifiestos, expresados, el lenguaje real utilizado, cambian significativamente y no resultan tan perturbadores y negativos. Pero el contenido latente, las asociaciones subyacentes, permanece más estable.
En suma: a pesar del inmenso progreso para muchos grupos sociales marginados, siguen existiendo profundas desigualdades y prejuicios.
Es importante, entonces, trabajar sobre los conceptos manifiestos y latentes de quienes conforman los grupos marginales. En general, un mayor conocimiento permite la disminución de los prejuicios y la otredad. Es necesario transformar las narrativas que aparecen en las canciones, películas, libros y cualquier manifestación cultural.
El sesgo entre “ellos”, los grupos marginados y los más favorecidos, necesita tender puentes para que se avance sustancialmente en los conceptos de igualdad.
En esta tarea, las asociaciones civiles, Organismos No Gubernamentales, fundaciones y otras figuras no lucrativas tienen un importante reto: cambiar los significados de los silos ancestrales acerca de quienes somos. Resignificar a cada ser humano y devolverle la dignidad y valía que le corresponde.
Especialista en capacitación a asociaciones civiles y otras figuras no filantrópicas.