“No solo es imposible para la inteligencia humana ordinaria comprender completamente la Inteligencia Artificial (IA); la tecnología será virtualmente imposible de regular” (George Soros, Project Syndicate, 16/6/23).
En un alarmante texto, un todavía más alarmado George Soros hace referencia al término “Policrisis”, recientemente acuñado por Adam Tooze, y encuentra tres de las muchas desgracias contenidas en el fenómeno. Por orden de emergencia y gravedad, coloca a la IA, al cambio climático y a la guerra Ruso-ucraniana en los primeros lugares.
Hace algunos años, Yuval Noah Harari llamó la atención sobre lo que llamó la Disrupción Tecnológica; el avance de la innovación capaz de convertir en redundante al trabajo intelectual humano. La tecnología obsequió grandes beneficios a la especie humana mientras sustituyó a las capacidades físicas en actividades productivas, pero tiende a tornarse en hostil, en muy hostil, cuando amenaza con sustituir capacidades cognitivas y a recordarnos que somos parte del populoso reino animal.
Si reflexionamos sobre el trato que brindamos al planeta que nos hospeda y hacemos cuentas sobre las especies y hábitats que, por milenios, hemos despachado, ¿qué podemos esperar de creaciones nuestras que nos perciban como menos, mucho menos inteligentes que ellas y a las se les produce desde el más arraigado sentido de la ganancia?
Si, además, serán productos despojados (más que nosotros) del sentido de compasión que presumimos tener, qué tipo de guerreros serán y qué fuerza será capaz de contenerlos.
El cambio climático, que ya está entre nosotros, ¿llegará a un punto sin retorno? O la guerra entre la gran y la pequeña Rusias, ¿encontrará un final cercano?
Si hemos creado las finanzas sanas, la austeridad, la creciente desigualdad, el racismo, la intolerancia, la pobreza, la explotación infantil y un sinfín de barbaridades, ¿Qué creencia, religión, o inteligencia impedirá que continuemos por esa escabrosa senda?
Habrá espacio y tiempo, no mucho, para indagar más del resto de componentes de la inquietante policrisis.