“Las fuerzas de polarización del mercado desincrustarán a la economía de las relaciones sociales tradicionales y las personas buscarán ya sea la solidaridad comunitaria, la étnica, la de creencias religiosas o de otro tipo de las que son característicamente requeridas por los excluidos” (Kari Polanyi Levitt, 2018, De la gran transformación a la gran financiarización , FCE, México).
En el corazón de las revoluciones científicas , la pérdida de eficacia explicativa de lo que Thomas Kuhn denomina ciencia normal sobre algún fenómeno de la realidad, es la variable explicativa de la emergencia de un nuevo paradigma. La no verificación del cambio, es lo que permite afirmar a Han-Joon Chang que la economía no es, ni puede ser, una ciencia.
La reiterada ineficacia de la teoría marginalista para explicar la parte lúgubre, la principal, de esta disciplina, convierte los casi simultáneos esfuerzos de Jevons, Walras y Menger –los dos primeros empeñados en percibirla como la disciplina de las cantidades- en fallidos, muy a pesar del intento de síntesis marshalliano que, en sus dos versiones sobre los precios (en el corto y en el largo plazo), acaba convirtiendo a David Ricardo en marginalista y a la teoría cuantitativa de la moneda en la mejor explicación de las variaciones en los precios.
Si la teoría dominante en economía no explica casi nada y supone mucho, comenzando por el mito de los mercados autorregulados, cabe preguntarse por las razones en las que se apoya esa dominancia; ¿quién se beneficia? Como inquirió Cicerón , citado por Paul Baran y por el mimo Chang.
Creer en la narrativa neoclásica, reproducir de manera ampliada la creencia desde los centros de educación superior, confundir al persuasivo lenguaje matemático con formas de demostración, colocar a la disciplina bajo el cobijo de una terminología equilibrista, propia de la física, y bautizarla como ciencia (por lo que los principios de Alfred Marshall dejan de ser de economía política, para convertirse en economía a secas) son elementos ideológicos que se ponen al servicio del estado de cosas, crecientemente desigual e injusto, con el individualismo metodológico como necesario apéndice.
En el centro del nuevo conflicto social, entre deudores y acreedores, la perniciosa financiarización toma carta de naturalización en ese cuerpo teórico, como factor productivo y no como lo que realmente es: una perversa herencia feudal rentista que cosecha donde no ha sembrado, que atenta en contra del capital productivo y del trabajo, que cancela las posibilidades del desarrollo.
Frente al cambio climático, la guerra y su inquietante metamorfosis en nuclear, la disrupción tecnológica, la estanflación, la seguridad de nuevas pandemias, el subconsumo de las mayorías y un nuevo tipo de migración impulsada por imponderables naturales, nos encontramos en el desamparo de una teoría económica dominante que rechaza cuanto ignora. Es el tiempo del cambio.
HETERODOXIAS DE TODO EL UNIVERSO, UNÍOS.
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