“De esta manera tenemos la situación paradójica de que, mientras aquellos que están en un extremo de la escala de ingresos (los pobres) les agradaría consumir, sin poderlo hacer, los del otro extremo tienen la capacidad de consumir, pero no el deseo” (Estey, James Arthur, 1960, Tratado de los ciclos económicos, FCE, México)

Un problema recurrente en la trayectoria cíclica del sistema económico, es la forma en la que una distribución regresiva del ingreso —con muchos pobres, muy pobres y pocos ricos, muy ricos— apremia la llegada de la fase depresiva por medio del subconsumo. Las aportaciones al tema, desde Rosa Luxemburgo hasta John Atkinson Hobson, lo convierten en variable explicativa del propio ciclo con una inquietante cercanía en los tiempos que corren.

Con una no tan novedosa desvalorización del trabajo, arropada en el indulgente nombre de subcontratación y una duradera política de fijación de topes salariales, se obtiene el resultado de un anémico 28 % del PIB destinado a remunerar al trabajo en México cuando el promedio mundial es de 51.8.

En el tratamiento que la Luxemburgo da al tema, la monetización del valor que incluye a la ganancia, se ve comprometida por la reducida capacidad adquisitiva de los salarios, en una crítica a la afirmación marxiana de crecimiento preferente del capital constante sobre el variable. Si el gasto mayor de la inversión capitalista es en los medios de producción, las materias primas y las instalaciones, la función del proletariado –que la misma teoría propone en el consumo de lo producido- se verá crecientemente incumplida por la pauperización del trabajo; lo que es el éxito del capital en la producción se jibariza en la realización.

En la actualidad, y a escala global, la insuficiencia del ingreso para financiar el consumo, ha encontrado el riesgoso complemento del crédito donde los asalariados pueden acceder a él o la franca usura donde ello no es posible; en este caso y con el crecimiento del costo del dinero, la deuda se convierte en impagable y la solvencia desaparece. El dilema es amortizar la deuda o mantener el volumen de consumo en un ambiente en el que, para acabarla de acabar, la inflación estructural hace acto de presencia.

La gran asignatura de la justicia distributiva, sin ánimo gubernamental para ensayar las virtudes de la fiscalidad progresiva, es un asunto en el que, como diría Novo, seguimos jodidos.

Profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM, México, fjnovelo@correo.xoc.uam.mx)

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