“Cada vez que he tenido que vivir en una de estas celdas con barrotes, he guardado cerca de mí una manta para utilizarla en caso de emergencia, para sofocar un fuego si llega la ocasión. ¿Es esto paranoia? Sí, pero es lo menos que puede hacer uno por sí mismo” (Eldrige Cleaver, 1969, Alma encadenada, Siglo veintiuno editores, S. A., México, p. 54).
A la memoria de Alexéi Navalni, víctima recientísima de la paranoia del tirano.
Desde el anunciado colapso del Sistema Cutzamala hasta la denuncia de un legislador estadounidense (republicano, por supuesto) sobre la existencia de un arsenal nuclear ruso que orbita alrededor del planeta con la presumible intención de atacar satélites de medios de comunicación occidentales, más todas las catástrofes en curso, la mesa está servida para la reaparición de un ambiente local y global marcado por la paranoia, una de las peores consejeras que permanentemente susurra al oído de la especie humana.
Como afirma John Gray, la paranoia es hija legítima de una visión gnóstica del mundo: <<Con su creencia de que el mundo está regido por un demiurgo maligno, el gnosticismo constituye, sin duda, la versión metafísica de la paranoia. El engaño paranoico a menudo es una reacción contra la insignificancia; la sensación, a menudo bien fundada, de no contar para nada en el mundo>> (2015, El alma de las marionetas. Un breve estudio sobre la libertad del ser humano, Editorial Sexto Piso, S. A., México, p. 50).
En un espléndido trabajo de investigación, que enfatiza los efectos cambiantes de la obra de George Orwell sobre la izquierda y, muy especialmente, la derecha británicas y estadounidenses, Dorian Lynskey muestra cómo la lectura de una seria advertencia, anunciada en la Rebelión en la Granja, y mucho más enfatizada en el 1984, se metamorfosea en toda una profecía para un público absurdamente necesitado de certezas e irresponsablemente indiferente al carácter preventivo del mensaje final de Orwell: <<LA MORALEJA QUE PODEMOS SACAR DE ESTA PELIGROSA PESADILLA ES SIMPLE. NO DEJE QUE OCURRA. DEPENDE DE USTED>> (Declaración de Orwell sobre 1984, a unos meses de su muerte, citada en Dorian Lynskey, 2022, El ministerio de la verdad. Una biografía del 1984 de George Orwell, Capitán Swing, Madrid, p. 393).
Durante la década de los setentas del siglo XX, la prensa y numerosos escritores imaginaron la cercana muerte de la democracia del Reino Unido; algunos llegaron a manifestar que sería preferible un golpe de Estado, al estilo Pinochet, a la inminente dictadura de los sindicatos, engordando notablemente el caldo para la lamentable emergencia de la señora Thatcher; la izquierda más radical, incrustada en el Partido Laborista, pasó de acusar a Orwell de <<promotor del libre comercio>> a reconocer que, en realidad, era un hombre valiente que decía, y defendía, la verdad objetiva.
Con los pequeños y grandes infiernos totalitarios que van de Rusia a Venezuela, de Corea del Norte a China, de Nicaragua al… Partido Republicano estadounidense, no deja de ser grande la tentación de percibir al 1984 como profecía en proceso de autocumplimiento. ¡No dejemos que ocurra. Depende de nosotros! ¿Cómo?
“El fascismo no puede ser combatido si no reconocemos que no es más que el lado estúpido, patético y frustrado de nosotros mismos, y del cual debemos estar avergonzados. Para contener esa parte de nosotros necesitamos más que activismo en favor de un partido antifascista, pues un fascismo latente está oculto en todos nosotros. Alguna vez ya ganó voz, autoridad y confianza, y puede hacerlo otra vez… “(Federico Fellini, ex miembro del movimiento de juventudes fascistas italianas, citado en Rob Riemen, 2017, Para combatir esta era. Consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo, Taurus, México.pp. 19-20). Se requiere gran valor, y amor a la cultura, para vencer –aunque siga conviviendo con nosotros- a la paranoia.