Federico Novelo y Urdanivia

La mejor política migratoria, ¿existe?

Federico Novelo y Urdanivia
01/04/2023 |07:00
Federico Novelo y Urdanivia
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“Solicitamos trabajadores pero vinieron seres humanos” (Max Frisch, citado en Paul Krugman y Maurice Obstfeld, 1999, Economía Internacional. Teoría y Política, Mc Graw Hill, Barcelona, p. 134.

“Si la esencia y la apariencia coincidieran, la ciencia no sería necesaria” (Carlos Marx, citado en Adam Przewosrki, 2022, Las crisis de la democracia, ¿Adónde pueden llevarnos el desgaste institucional y la polarización, Siglo XXI Editores, México, p. 105).

La preocupación plangossiana, en El Cándido de Voltaire, por encontrar un por qué para cada cosa, en el caso de la migración va a encontrar numerosas razones: El diferencial de ingresos y la escasez de empleos en los lugares de origen; la bomba de tiempo demográfica, de la que nos da cuenta N. Roubini en su reciente Megamenazas; el cambio climático que, entre otros efectos, tiende a cancelar la vida insular y buena parte de la costera; la guerra y, en general, el alto grado de violencia establecida en innúmeros territorios; el discurso y la política nacionalistas y xenófobos que son emblema de los populismos de derecha y, como telón de fondo, el hiper individualismo que ha sembrado el neoliberalismo economicista en modo ideología.

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De los balances post pandemia, la porción de la población mundial severamente apaleada por el terrible virus son los y, muy destacadamente, las migrantes. Hablar, en su caso, de empleo virtual o en casa equivale a ironía macabra, y la exposición a

contactos y contagios resultó inevitable. El acceso a las vacunas, altamente diferenciado entre naciones, les resultó negado o pospuesto, según el “anfitrión”; la aporofobia -término acuñado por Adela Cortina y que significa fobia a los pobres- cumplió y sigue cumpliendo su miserable tarea y las llamadas políticas públicas, como si alguna no lo fuera, brillan por su ausencia para este gran asunto de nuestra especie, salvo que se pongan al servicio de la exclusión, la penalización o la deportación.

En el recuento de contradicciones, para llamarlas con indulgencia, del actual gobierno mexicano, las promesas y las realidades que viven los migrantes en nuestro país ocupan un sitio de la mayor importancia. A la invitación a venir a trabajar al país, durante la campaña presidencial, siguió un impresentable sometimiento a los designios del otro gran ocurrente, D. Trump, para la contención, el encarcelamiento mal disimulado, el hostigamiento y, final y recientemente, el asesinato de migrantes; esta metamorfosis, muy probablemente, resultó del descubrimiento de otra de las cosas que los migrante no son: NO SON ELECTORES, a fin de cuentas, el aparente único interlocutor de la 4T.

En el tema, la sociedad civil, el pueblo bueno o el pueblo sabio, tampoco ha dado -con notables excepciones- muestras de solidaridad con los migrantes. La única expectativa disponible indica que el flujo va a crecer y que, en honor a muy buenas e idas tradiciones, mucho nos ayudaría ayudar a quienes vienen de exterior. Oj Alá.

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