Por lo que hemos visto en las últimas actuaciones de algunos servidores públicos, parece que esa es la expresión que los motiva y mantiene alertas y luchando en su intento por mantener el poder.

Es preocupante, la forma en la que se comporta el secretario de Gobernación. En su recorrido, inusual y nada institucional por los Congresos estatales para convencerlos de la conveniencia de aprobar la modificación constitucional que permite que el Ejército continúe en tareas de seguridad hasta 2028, en la Cámara de Diputados de Michoacán, atacó de manera violenta a Felipe Calderón.

Estos ataques que fueron abiertos y directos, son contrarios a la función que debe tener quien es responsable de la política interior. En un mitin callejero, por un orador entusiasta y adversario del expresidente esas palabras hubieran sido muy entendibles.

Pero nunca en quien tiene la obligación de velar, porque así se lo ordena la ley, por la gobernabilidad armoniosa del país. Pero para Adán Augusto López Hernández, eso no importa, en sus manifestaciones queda claro, que la ilegalidad se privilegia para contestar, con diatribas, las observaciones concretas que hizo el licenciado Calderón en España.

Debe entenderse que anda en campaña y buscando que en su momento sea considerado la persona idónea como candidato de Morena.

Pensar, imaginar, como él, explicablemente debe soñarlo, que llegue a ser Presidente de la República, es para meditar que nuestro gran país, de ninguna manera debe ser gobernado por quien, para congraciarse con quien lo nombró, no cumple con sus legítimas obligaciones, y con vehemencia agrede desde su elevada responsabilidad a un ciudadano.

Nunca, en la historia reciente de México, habíamos visto a un secretario de Gobernación que, como el actual, sin institucionalidad alguna, se hace propaganda.

Los tiempos cambian, pero ojalá, esas modificaciones fueran para bien y no como ahora lo vivimos para padecer y vivir confrontaciones entre mexicanos alentadas desde Palacio Nacional, y por los servidores públicos ahí designados.

Tristemente, refiero que el grito de “viva la ilegalidad”, también le impulsa y anima a Claudia Sheinbaum. Entiendo bien que ella es doctora en física, sin embargo, entre sus colaboradores están quienes como abogados conocen Derecho, y por eso han de saber que divulgar comunicaciones privadas es un delito.

Sin embargo, al parecer eso no le interesa a la Jefa de Gobierno, después de las ilegales declaraciones de la gobernadora de Campeche, ella lejos de censurarla por haber procedido de esa manera, o al menos guardar silencio ante esa presuntamente delictiva conducta de la señora Sansores, manifiesta que lo que tiene mayor interés es la unidad de su partido para realizar su proyecto de nación.

Y a la gobernadora, quien con toda seguridad no le hizo caso a su Fiscal, quien con seguridad le hizo saber que su proceder iba a ser ilegal, la doctora Sheinbaum la llama “mujer valiente y excepcional”. Excepcional quizá, porque presuntamente comete delitos y se siente feliz de hacerlo, y además es gobernadora.

En este panorama en el que se lastima el Estado de Derecho, nuestro mismo Señor Presidente, de igual forma desestima la conducta ilícita de la señora Sansores, e invita a la unidad a los militantes de su partido.

Tal parece entonces que, para la 4T, la ley de verdad se encuentra en un segundo nivel de importancia. Lo primero, y lo más importante y de mayor jerarquía es ganar en el 2024. El Estado de Derecho poco preocupa. ¿Para qué preservarlo y consolidarlo?

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

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