Así lo será el próximo. En la plaza de la Constitución de la Ciudad de México, nos daremos cita miles de ciudadanos deseos de expresar las inquietudes que estamos viviendo ante las amenazas permanentes a las que estamos sujetos los gobernados de este gran país.
Esa manifestación es, de la misma forma, una respuesta a la voz siempre llena de injustificado coraje del titular del Ejecutivo que mañana a mañana no deja de ser el exhorto al odio, al enfrentamiento y desprecio de todos aquellos que pensamos diferente, expresiones que no han dejado de tener las consecuencias de desunión y resentimiento con seguridad buscadas.
En el Senado de la República, se escucharon expresiones vulgares como las de la senadora Lucía Trasviña, que se preguntó ¿cual “puta democracia” (sic), pretendía defenderse el próximo domingo?
Se oyeron también expresiones descabelladas desde esa alta tribuna, como las que hicieron alusión a la sentencia condenatoria en contra de García Luna, y su pretensión de fundamentar su posible complicidad con Felipe Calderón.
Lamentablemente, esa decisión judicial del tribunal neoyorquino dejó de ser el resultado de una condena que pudiera ser considerada acertada o equivocada, para emplearse como razón de críticas al pasado.
Difícilmente podemos encontrar en este gobierno federal, realizaciones presentes o futuras en bien de la ciudadanía. Ha sido este un gobierno que al no dejar de tener clavada su mirada en el pasado, ha sido incapaz de proyectarnos al futuro para nuestro bien.
Ninguna institución realmente provechosa para el desarrollo nacional hemos visto surgir, como tampoco el desarrollo de alguna para dejar beneficios palpables a la ciudadanía.
Afortunadamente, cada día que termina, comienza uno nuevo que le va restando tiempo al actual gobierno. Son preocupantes las ideas novedosas con las que amanezca este régimen para continuar con su bien llamada cuarta transformación.
Bien llamada porque se ha esmerado en transformar para mal, lo que construimos los mexicanos a través de muchas décadas. En su tarea destructiva, ha contado con el silencio cobarde de muchas voces que se han quedado calladas, sin levantarse, como debería hacerse, ante las múltiples aberraciones oficiales.
Lo más grave, es que todavía las encuestas siguen marcando un porcentaje importante de simpatía para el actual presidente, quien con las reformas legales que pretende aplicar, busca asegurar la victoria electoral para el próximo 2024.
Es por eso tan importante para el futuro nacional, el próximo domingo. Dentro de dos días en el Zócalo de nuestra capital, se escuchará el clamor vigoroso en reclamo de que no se pierda lo logrado, y se aviente lejos, tanto para que no vuelva, la transformación que nos destruye.
Las palabras que se oigan de Beatriz Pagés, y del ministro Cossío Díaz desde ahora podemos aplaudirlas, estoy cierto, por conocerlos, que en lo que digan se reflejará el deseo de que México recobre el rumbo institucional perdido, la unión nacional que, con las diferencias naturales de toda sociedad, continúe progresando para que todos podamos tener un mejor futuro. Por esas razones es que el próximo, será un domingo diferente.
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