Está comenzando su administración, pero no se advierten cambios substanciales en el nuevo gobierno, se están repitiendo muchas formas que imperaron en el sexenio anterior, y que no dieron los resultados que se hubiera querido.
Se presentó el programa de seguridad, y el primer eje, como se le llamó al primer objetivo fue encontrar las causas. Se mencionó, como lo vino diciendo desde su campaña electoral López Obrador, que debería de buscarse atender a las familias de más escasos recursos, para eliminar la brecha de desigualdad existente y evitar la comisión de delitos; sin embargo lamentablemente esas diferencias económicas, han existido desde hace muchos años, y la creciente inseguridad vivida en los sexenios recientes, no necesariamente podemos atribuirla a esa razón.
A propósito de las causas, estimo que si hay una muy preocupante, la impunidad que se esta mirando de manera evidente en las autoridades más importantes del país.
Se violaron suspensiones decretadas por Jueces de Distrito, y la misma Presidenta, en un acto de verdad inaudito para un Estado de Derecho, declaró tajante, como acostumbra hacerlo, “la reforma judicial va”.
Y si bien no es abogada, estoy seguro que como mujer conocedora de la política y de la realidad social, solo apoya esa aberrante reforma para continuar con la idea obsesiva de su antecesor.
Habla de corrupción en ese Poder, pero no se ha presentado alguna acusación concreta, que justifique esa temeraria afirmación.
Y en ese mismo tema, la más alta jerarquía del Poder Judicial Federal, como lo es el Consejo de la Judicatura, sin respetar las suspensiones decretadas, entregó las listas de jueces que tenía prohibido hacer.
Cuesta trabajo aceptar esas violaciones por parte de quienes tienen la encomienda de respetar el orden jurídico, supervisar su cumplimiento y vigilar que no se viole. Les pregunto a quienes votaron esa resolución, ¿cómo se sienten de haber cometido ese delito? ¿porqué lo hicieron? ¿a cambio de qué? Ellos saben, mejor que la mayoría de la población que eso es un delito.
Es triste la postura soberbia de la Presidenta diciendo que no piensa platicar con los Ministros, tiene razón, y ahí si está apegándose a la ley, la relación entre los Poderes es competencia de la Secretaría de Gobernación. Pero por qué negarse a dialogar con los integrantes de otro poder. México requiere de la unión y la concordia de todos.
Los otros ejes que se mencionaron para atender la inseguridad nacional, son interesantes. Pero no es necesario enunciarlos, eso ha de hacerse sin requerir estarlo publicitando. Queremos vivir seguros, no conocer ejes de seguridad. Normalmente la política de seguridad se aplica sin necesidad de decirse como. Ignoro quién haya tenido esa idea que juzgo desafortunada. Queremos resultados, no “ejes a seguir”.
Sabemos bien que la designación de quien presida la Comisión Nacional de Derechos Humanos será decisión presidencial. Confiemos que no repetirá la que actualmente ocupa ese cargo, y ha tenido no solo mediocre sino tibio e inútil desempeño, sin poseer mérito alguno para estar ahí, salvo la relación con su hermano y su madre.
Es por estas ideas que, por el bien de México, aspiro a que la Presidenta tome su propio rumbo para servir con eficiencia al país como este se merece; confiamos esperanzados lo haga.
Para terminar una observación de mera forma, esperemos que en la imagen oficial que acompaña al gobierno, la joven que aparece no esté cubriendo el escudo nacional de nuestra bandera.
Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM