Han sucedido distintos acontecimientos en la vida nacional y todos de relevancia. Tenemos, entre otros, la desafortunada decisión de la Senadora Olga Sánchez Cordero, que sintiéndose todavía integrante de la Suprema Corte de Justicia, decidió que no procedía presentar la Acción de Inconstitucionalidad en contra del ilegal Decreto que rompe con el orden jurídico recién firmado por el Presidente de la República, y lo consideró improcedente, cuando eso, en caso de que así fuera, tendría que ser decidido por la Corte.

Ante esa equivocada decisión de la abogada Sánchez Cordero, la única voz que he escuchado de la oposición es la de la Senadora panista Lilly Téllez. Los otros senadores de la oposición guardan un triste y vergonzoso silencio.

El artículo 105 constitucional señala con claridad los requisitos para la presentación de ese recurso, y no señala los argumentos esgrimidos para su improcedencia.

También nos sorprendió a todos, las investigaciones que al parecer se han iniciado en relación con los bienes del Fiscal General de la República, y de quien fuera titular de la Unidad de Inteligencia Financiera.

Y a mi en lo personal, mayor sorpresa me causo la postura del diputado priista Rubén Moreira quien después de la comparecencia del Fiscal asumió una postura que ni los del Partido Morena tuvieron a propósito de las noticias que aparecieron en relación con su patrimonio.

Hablo en primera persona, porque como militante antiguo del PRI, es desalentador mirar a ese Partido, que se supone es de oposición, como una organización política anuente y solidaria con el gobierno, como hace muchos lustros se hubiera podido ver al Partido Auténtico de la Revolución Mexicana con el PRI.

La anterior afirmación esta sustentada no solo por las expresiones de Moreira, sino por el proceder que observa mi Partido en la conducta de su dirigente nacional, sus senadores y sus diputados.

Por eso, mejor escribiré sobre el “puerto de las perlas” como en la lengua aborigen de Hawuai, se puede traducir el título de este artículo.

El pasado 7 de diciembre se cumplieron ochenta años de haber sucedido el ataque a la base americana ubicada en el Pacífico, por la flota imperial japonesa.

Esa acción provocó que Estados Unidos entrara a la Segunda Guerra Mundial. El ocho de diciembre de1941, el Presidente Franklin D. Roosevelt, al día siguiente del bombardeó, le declaró la guerra a Japón, y pronunció un célebre discurso en el que calificó ese ataque, como “una fecha que vivirá en la infamia”.

La incursión japonesa, comenzó a las 7:48 hora local, y fue realizado por 353 aviones, que despegaron de seis portaaviones. Causó la muerte de 2404 militares y civiles estadounidenses, 1178 heridos, así como la destrucción de 188 aviones, hundidos cuatro acorazados, otros cuatro dañados, como tres cruceros y tres destructores.

Los japoneses sufrieron 65 bajas entre muertos y heridos, y perdieron 29 aviones y cinco minisubmarinos.

Con este ataque, se buscaba neutralizar a la flota americana del Pacífico, y de esa manera proteger el avance de Japón en esa zona oriental, para acceder a recursos naturales como el petróleo.

Everardo Moreno Cruz
Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

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