De verdad hubiera sido muy útil no solo para ella, sino para el país que hubiera estado presente. Afortunadamente, dispone de los medios para conocer no solo las intervenciones de los oradores, sino también las pláticas de quienes, como público, aguardábamos que comenzara ese acto cívico.
Ella que como estudiante universitaria se distinguió por su espíritu rebelde y convencido de cambiar muchas de las situaciones que existían en la Universidad, entendería muy bien las preocupaciones y molestia hacia el gobierno que ahí se escucharon.
Existiendo en todas las intervenciones y en las pláticas que oí un común denominador, un profundo amor a México, así como un deseo ferviente de que se siembre la unidad y concordia entre todos los mexicanos después de la división y enfrentamientos que sembró y creó entre los mexicanos el tabasqueño que nos gobernó antes de ella.
Hablando de Tabasco, fue precisamente un acto convocado por la hija de un ilustre periodista tabasqueño, José Pagés Llergo, fundador de una revista que se caracterizó por ser una tribuna de libertad y crítica constructiva.
Su hija, Beatriz Pagés Rebollar, es una periodista no menos destacada, que año con año viene convocando a distintas personas para entregar medallas por sus méritos cívicos.
Entre los galardonados estuvieron estudiantes del Tecnológico de Monterrey y de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, por sus manifestaciones en contra de la dañina reforma judicial. Uno de los premiados, de la Facultad mencionada, hizo uso de la palabra y de manera vehemente defendió a nuestra Universidad y la importancia de mantener los principios que son fundamentales dentro del Estado Mexicano.
Hizo también uso de la palabra un Magistrado del Poder Judicial de la Federación y en su alocución delineó las directrices que deben observarse para respetar y mantener incólume el Estado de Derecho.
En reconocimiento a su lucha valiente, ardua y sin descanso, los empleados que defendieron al Poder Judicial de la Federación fueron premiados y cosecharon aplausos prolongados del auditorio.
Las palabras de Beatriz Pagés fueron interrumpidas con ovaciones emocionadas y sinceras por quienes, en sus afirmaciones, escuchamos reflejadas las preocupaciones del país y, lo que es más preocupante, el futuro que puede avecinarse; esos aplausos fueron también el reconocimiento a una mexicana que desde su trinchera con gallardía ha defendido los valores necesarios para el progreso de México.
Recibieron también reconocimientos los periodistas Luis Cárdenas y Manuel Feregrino, que como entrevistadores y conductores de sus programas de noticias, lo hacen con talento y sensibilidad. También asistieron Carlos Alazraki y Javier Lozano —merecidamente premiado por sus artículos de fondo—, Francisco Labastida y Enrique Burgos, entre otros muchos.
Saludamos ahí a dos ilustres mexicanos en campos de batalla diferentes, los licenciados Juan Francisco Ealy Ortiz y Diego Fernández de Cevallos.
Al final habló el ministro Luis María Aguilar, a quien, como dijo, le queda solo una semana en esa responsabilidad. Hubiera usted Presidenta, escuchado cómo le aplaudió el auditorio. Era el aplauso con emoción que se le tributa a un hombre que por quince años desempeñó su responsabilidad con honradez, pasión y entrega.
De verdad, doctora Sheinbaum, que útil hubiera sido, señora Presidenta, que lo escuchara, que también lo hubiera oído su antecesor, y aunque ellos solo hacen lo que les ordenan desde Tabasco, también lo oyeran los líderes del Senado y de los diputados porque, a pesar de que son doctores, hubieran aprendido que sus reformas aprobadas con origen espurio, como usted lo sabe por la ilegal sobrerrepresentación, son verdaderos adefesios legales; la iniciativa de la supremacía constitucional y la reforma judicial que provoca, con razón sobrada, risas en el extranjero y también aquí; el ministro del que hablo comenzó como taquígrafo, y después de una carrera judicial de más de cuarenta años fue Ministro; ahora solo lo serán si salen en la tómbola de feria.
Con esa supremacía constitucional usted podrá, o su antecesor, decirle que se presenten iniciativas aberrantes en contra de los Derechos Humanos o sobre cualquier otra descabellada idea como las que acostumbra ahora inspiradas en la deliciosa temperatura tropical que debe estar disfrutando.
Profesor de la Facultad
de Derecho de la UNAM