Intitulé así este artículo porque los primeros renglones los dedico a mis padres, ya fallecidos, Gustavo Moreno Uruchurtu y Elba Mireya Cruz Marín, quienes fueron destacados maestros, y lo hago ante la proximidad de la fecha en la que se les festeja.

Gabriela Mistral, primera mujer latinoamericana en obtener el Premio Nóbel de Literatura en 1945, escribió alguna vez, hablando de la noble profesión del maestro, dirigiéndose a Jesús: “Señor, perdona que lleve el nombre de maestra, el mismo que tú llevaste en la tierra”

Dentro de su religiosidad, en un hermoso poema llamado “Besos”, escribió: “Judas besa a Jesús y deja impresa en su rostro de Dios la felonía, mientras la Magdalena con sus besos fortifica piadosa su agonía.”

Y ahora que hablo de Gabriela Mistral, cuyo nombre verdadero era Lucía Godoy Alcayaga, hemos de mencionar que en 1922, quien era Secretario de Educación en nuestro país, José Vasconcelos, la invitó a que colaborara con él en algunos programas, entre ellos, para que señalara directrices útiles a su juicio para la educación; se dice que muchas de sus ideas se mantienen hasta nuestros días.

Ahora, al hablar de la educación, y del día del maestro, he de mencionar a los distinguidos mexicanos encargados de presidir la Secretaría de Educación.

Antes de hacerlo, señalo que el 15 de mayo como fecha cívica tiene su origen a principios del siglo pasado. En 1917, dos diputados le propusieron al presidente Carranza que el 15 de mayo, aniversario de la toma de la ciudad de Querétaro en 1867 por las tropas republicanas, se consagrara en honor de los maestros. Esa iniciativa fue de los diputados Benito Ramírez, de Veracruz, y Enrique Viesca, de Coahuila

Al frente de la titularidad de la Secretaría de Educación Pública, hemos tenido a intelectuales y políticos cuyos méritos profesionales son indiscutibles. Por esa vieja casona de las calles de Argentina, con sus pareces engalanadas con los pinceles de nuestros grandes muralistas, ha visto el país desfilar figuras sobresalientes en la vida de México.

Entre ellos, se encuentran José Vasconcelos, quien fue también Rector de nuestra Universidad y autor de la frase que con orgullo repetimos; Ezequiel Padilla; Aarón Sáenz ilustre educador; Narciso Basols, pensador de ideas de vanguardia; Ignacio García Téllez, forjador de instituciones con Lázaro Cárdenas.

Como los insignes literatos Jaime Torres Bodet y Agustín Yáñez; de la misma forma docentes que con imaginación, crearon salidas alternas para los jóvenes que no cursaran estudios superiores como Víctor Bravo Ahuja.

Y en esa lista de personajes destacados, no podemos omitir a otros conciudadanos que sirvieron a la educación nacional, como Reyes Heroles, González Avelar, Miguel Limón, Ernesto Zedillo y Esteban Moctezuma

Todos ellos, con su trabajo diario, contribuyeron a fincar las bases de una educación que hemos de defender, y procurar que se mantenga, como lo señala el texto constitucional, ajena de ideologías y sectarismos que la divorcian de la cultura, porque los regímenes políticos son banderas políticas que no deben invadir el conocimiento.

Por eso al comenzar estas líneas, hablaba de mi reverente nepotismo necrológico, porque de mis padres aprendí, que por encima de los partidos políticos y la política, debe prevalecer la verdad y el deseo de educar y formar en la libertad, y con la verdad. Es solo así como puede asegurarse un futuro promisorio y brillante para nuestro país. Felicidades maestros de mi patria.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

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