Es una situación dolorosa la que viven los migrantes de todas las latitudes del mundo. Lo mismo en nuestro continente que en el europeo conocemos a través de los medios de comunicación imágenes muy tristes.
El solo hecho de que las personas decidan abandonar sus hogares, y dejar a muchos de sus familiares y amigos, ha de provocar emociones encontradas en quienes deciden salir de sus lugares de origen.
Distintas pueden ser las causas que llevan a tomar esa determinación. Una de las más frecuentes, es su deseo de encontrar mejores niveles de vida desde el punto de vista económico, y abandonan sus naciones con sueños, esperanzas e ilusiones, en busca de un trabajo.
México, es por su vecindad con los Estados Unidos, un país de tránsito obligado desde Centro y Sur América, para llegar a nuestra frontera norte. Hemos visto las grandes caravanas que caminan por los caminos de Chiapas, entre otros Estados, para alcanzar su propósito.
Se escuchan voces que critican el que se permita el ingreso de estos extranjeros que sin documentación alguna cruzan la frontera. Sin embargo, es un problema de humanidad pensar que debería de evitarse su tránsito.
La frustración de su empeño muchas veces se mira como fin de sus esfuerzos; son devueltos a sus lugares de origen y no se les permite seguir adelante.
La muerte en ocasiones es la que le que encontraran como corolario de sus sueños, como resultado de actitudes ilegales que les ofrecen transportarlos adonde puedan encontrar un trabajo, los abandonan y por las condiciones en que están mueren. La tragedia reciente en Texas es elocuente de ese drama.
El desarrollo de los países de los que emigran será la solución para este problema. Que no exista la necesidad de emigrar de su tierra, porque en ella dispongan de lo necesario para desarrollarse en lo personal y apoyar a sus familias.
La instalación de centros de trabajo en nuestra frontera en donde se fabricaran o maquilaran diferentes productos podría ser una solución. Valdría la pena explotar esa posibilidad.
La migración, se presenta también por razones políticas. Tenemos el caso de Ucrania. Centenares de ciudadanos de ese país, para protegerse y buscar seguridad para los suyos, han salido de sus ciudades.
Muchos han llegado más lejos que de Europa, hasta en nuestra ciudad de México, como en Tijuana existen albergues en donde se encuentran ucranianos; la mayoría de ellos, con el propósito de obtener documentos para ingresar a los Estados Unidos.
Referirnos a migraciones por razones políticas, nos lleva a recordar dos aconteceres en la vida nacional, que nos distinguieron por la actitud de quienes entonces eran presidentes. Me refiero a Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría. Con el primero de ellos, se vivió la migración española.
Es con él cuando llegan los “Niños de Morelia”, 456 niños y niñas hijos de republicanos españoles que desembarcaron en Veracruz el 7 de junio de junio de 1937, y fueron llevados a la Escuela que se llamó España México, en la ciudad de Morelia.
La segunda migración que referí fue cuando ante el golpe de Estado en contra de Salvador Allende en Chile, el presidente Luis Echeverría recibió a los partidarios de Allende para evitar que fueran perseguidos o muertos.
Desde el 11 de septiembre de 1973, que fue la caída del régimen de Allende, se estableció un puente aéreo entre Chile y México, para darles asilo a los cientos de chilenos que se fueron a refugiar a nuestra Embajada. La tarea de nuestro embajador Gonzalo Martínez Corbalá fue muy importante.
Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM.
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