No es exagerada la afirmación con la que se titula este artículo. Refleja la preocupación que tenemos miles, millones de mexicanos, en el futuro de la Patria.
Nuestra Suprema Corte empieza su vida con José María Morelos por el Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana, que promulgó el del 22 de octubre de 1814 y se instaló en Ario, una pequeña comunidad del Estado de Michoacán.
Ese Decreto es el que se conoce como Constitución de Apatzingán y establecía que se crearían, para gobernar al país, dos instituciones, el Supremo
Gobierno y el Supremo Tribunal de Justicia para la América Mexicana que es el antecedente de nuestra actual Suprema Corte de Justicia. En Ario estuvo despachando distintos asuntos, hasta que con la llegada de Calleja a ese lugar, tuvo que disolverse.
El nombre de Corte, en vez de Tribunal, se adoptó por determinarlo de esa manera en el Acta Constitutiva de la Federación de diciembre de 1823. Esta manera de identificarla se mantiene en la Constitución Federal de 1824, en la que establece la existencia e independencia de los tres poderes del Estado mexicano.
De esos antecedentes que conforman la historia de nuestra Suprema Corte, llegamos a la modificación substancial que se hizo por el presidente Ernesto Zedillo, que estableció su actual conformación, y que podemos afirmar se consolidó su independencia y autonomía frente a los otros poderes.
Por esas razones es que consideramos que actualmente a la Suprema Corte le está tocando vivir uno de los momentos más trascendentes en su vida institucional.
Los Partidos Políticos, como también legisladores, han presentado Acciones de Inconstitucionalidad en contra del llamado Plan B, presentado por el Ejecutivo Federal ante la imposibilidad, por falta de votos, de lograr una reforma constitucional que vendría no solo a mermar las funciones del Instituto Nacional Electoral, sino a modificar regulaciones legales en el campo electoral, por las que, por décadas, lucharon muchos ciudadanos para garantizar y hacer efectiva la democracia en la vida del país.
Por eso, cuando digo que el futuro del país se encuentra en la Corte, hago un llamado respetuoso y vehemente a sus integrantes. En ellos y en ellas, se encuentra el futuro de México.
No serán solo las elecciones del 2024, que con las leyes que integran el Plan B, y con el apoyo que ha logrado, por su “estrategia política”, como le ha llamado el Presidente, a los apoyos económicos a los más débiles, las que se ganen para Morena, sino que además por esa legislación que vuelve a darle el manejo de las elecciones al gobierno, el triunfo podrá asegurarlo para los comicios que se celebren en los siguientes años.
Se ha convocado a una concentración de ciudadanos, para finales de febrero en el zócalo de la capital, para expresar frente a la Corte esa preocupación.
López Obrador la ha ironizado. Ha dicho que probablemente esa concentración es en apoyo de alguna persona que está siendo juzgada en Estados Unidos, y ha tenido también la expresión popular de “ya chole”, que según los investigadores del lenguaje expresa hartazgo, molestia, y que sustituye al “ya chocas”
Confiemos que ese Plan B, como lo es, sea declarado inconstitucional, y para bien de nuestro presente y nuestro futuro no se aplique.
Por eso está ahora en ustedes, señores y señoras ministros, el futuro de México. Demuéstrenle a la sociedad que aman a su Patria, y con valentía y argumentos legales irrefutables, tiren el Plan B que pretende derrumbar nuestra democracia.