Con esa fecha comenzó la semana. Pero no me voy a referir a los acontecimientos que las efemérides mundiales consignan ese día, como fue que en 1860 decretó Juárez la libertad de cultos; tampoco haré mención al llamado Pacto de Xochimilco que en ese lugar concertaron en 1914 Pancho Villa y Emiliano Zapata para unir sus fuerzas, ni a que ese día, en 1945 el Senado de Estados Unidos aprobó la entrada de su país a las Naciones Unidas.
Omitiré en esta ocasión referirme a los muchos problemas nacionales que aquejan a nuestro gran país, como pueden ser, según algunas personas, resultado del neoliberalismo los dramáticos resultados de las pruebas practicadas a nuestros estudiantes; tampoco abordaré el circo de los tenis de colores y las kafkianas declaraciones de un gobernador.
Voy a escribir sobre un tema diferente, que finalmente nos deja una lección positiva, será sobre dos mujeres, que en años distintos, murieron ese día. Una de ellas fue esposa de un Presidente de México, y la otra, pudo haber sido también esposa de un Presidente, pero en la política, en donde lo más seguro es lo inesperado, no lo fue.
Quien fue esposa de un Presidente de la República, tuvo una participación muy importante en la defensa de los derechos de la mujer y en buscar lo que ahora se maneja de manera frecuente, y enhorabuena que así sea, como la equidad de género.
Una señora, que al asumir su esposo esa alta responsabilidad, pidió no ser llamada primera dama, sino “compañera”. Esta señora le dio un relevante desempeño al Instituto Nacional de Protección a la Infancia que había sido creado por López Mateos.
Durante la administración de Echeverría, ese organismo se transformó en el Instituto Mexicano para la Infancia y la Familia, y se empeñó en proteger tanto a la niñez, como a la familia, con un especial cuidado de protección para las mujeres.
Es de destacarse, que fue con el impulso de María Esther Zuno de Echeverría, que se celebró en México en el año de 1975, la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer, y que fue precisamente ese año que las Naciones Unidas lo declararon el “Año Internacional de la Mujer”
Además es de destacarse que se presentaron reformas constitucionales con el espíritu de protegerlas, y establecer la igualdad de hombres y mujeres, como se consigna en el artículo cuarto constitucional, con ese mismo impulso se reformó el artículo 30 del mismo ordenamiento para otorgarles tanto al hombre como a la mujer los mismos derechos para transmitirles la nacionalidad mexicana a sus hijos nacidos en el extranjero.
La otra señora, que murió el cuatro de diciembre, fue María Luisa Vallejo, esposa de Hugo Cervantes del Río destacado servidor público.
Entre las responsabilidades que desempeñó estuvo la de gobernador de Baja California Sur. En esa época, su esposa estableció talleres para que las mujeres fabricaran distintos objetos, como figuras de peluche, bordados y otros artículos que vendieran para mejorar su economía familiar. Como centros para capacitarlas en diferentes actividades relacionadas con el turismo.
Posteriormente, como esposa del secretario de la Presidencia, logró el establecimiento de un centro de convivencia familiar y de capacitación para la superación profesional femenina.
Fueron ellas, preocupadas por estos temas, quienes fallecieron un cuatro de diciembre. Doña Esther en 1999, y Doña María Luisa en este año.