La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, visitó esta semana nuestro país, siendo nuevamente el fentanilo y los recursos relacionados a esta droga, el centro de la agenda. La funcionaria resaltó la importancia de combatir conjuntamente las finanzas ilícitas de las organizaciones criminales transnacionales, que tan solo en el tráfico de drogas genera alrededor de 100,000 millones de dólares anuales. El mensaje es claro: para lograr un eficaz control de los flujos financieros ilícitos de esta naturaleza, es necesaria la cooperación no solamente entre gobiernos, sino también con el sector privado.
Al respecto, México ha tomado una serie de medidas para hacer frente al lavado de dinero, lo que se refleja en una mejora en el cumplimiento de las recomendaciones del Grupo de Acción Financiera Internacional. Sin embargo, el Índice de Delincuencia Organizada 2023, nos coloca como el tercer país con mayor criminalidad en el mundo, por debajo únicamente de Myanmar y Colombia, con un puntaje de 7.57, cuando la media mundial es de 5.03. En la producción, distribución y venta de drogas sintéticas su puntuación es de 9.00.
Las tensiones entre ambos países han sido sostenibles últimamente, agravadas por la presión de los republicanos de cara a las elecciones de 2024, argumentando que el gobierno de Biden no ha hecho lo suficiente para combatir un problema que causa aproximadamente 100,000 muertes al año en ese país y de paso proponiendo una mayor intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos de Mexico.
La lucha en contra del fentanilo se ha presentado como un “esfuerzo conjunto”, aunque ha sido claramente guiado por los intereses norteamericanos. Estados Unidos necesita a México para detener los flujos de dinero que financian a los cárteles de la droga, pues es una tarea que no pueden lograr por sí solos. Sin embargo, la agenda sigue estando cargada de un lado, pues menores han sido sus esfuerzos por frenar el tráfico de armas, lo que contribuye directamente a los altos niveles de violencia en nuestro territorio.
Respecto de las ganancias del tráfico de drogas, el financiamiento ilícito sustenta a los grupos criminales, quienes han diversificado e intensificado su actividad en distintos ámbitos, tales como la trata de personas, el tráfico de drogas y armas, el secuestro o la extorsión. Además, la capacidad del crimen para lavar sus ganancias les ha permitido también desarrollar actividades lícitas que alimentan sus arcas sustancialmente. Este mercado “legal”, es una fuente de ingresos que ha vuelto cada vez más sustentable y difícil de rastrear las actividades del crimen organizado.
De acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la economía del mercado ilegal de las drogas acelera otros mercados ilegales que perjudican al medio ambiente y el disfrute de los DDHH, como la minería ilegal, la deforestación ilegal, el tráfico de especies salvajes y la violencia.
Una de las prioridades manifiestas de la Secretaría del Tesoro estadounidense es atacar las finanzas del narcotráfico al tiempo de perseguir a las empresas y personas ligadas al tráfico de fentanilo. Tan solo el mes pasado la Oficina de Control de Bienes Extranjeros había incluido a 3 personas y 12 empresas del giro inmobiliario vinculadas al CJNG. Durante esta visita se anunció la sanción a 15 personas y 2 empresas relacionadas con el cártel de los Beltrán Leyva. El control financiero como enfoque para controlar a los grupos criminales, es sin duda una propuesta necesaria. Sin embargo, sigue pendiente que Estados Unidos ataque de manera efectiva la demanda de su población.