Según el Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2023, el 20.9% de los usuarios de internet (18.4 millones de personas mayores de 12 años) experimentaron alguna forma de ciberacoso. El 35.9% reportó haber sido contactado por identidades falsas y el 33.3% recibió mensajes ofensivos. Aunque los hombres sufrieron la mayoría de las formas de ciberacoso en mayor proporción que las mujeres, estas últimas fueron más susceptibles al ciberacoso sexual: el 31.0% recibió contenido sexual y el 30.8% insinuaciones o propuestas sexuales, en comparación con el 19.6% y 14.7% de los hombres, respectivamente.

El 61.7% de las víctimas no conocía a su acosador, el 23.4% identificó a personas conocidas, y el 14.8% sufrió acoso tanto de conocidos como de desconocidos. De las víctimas que pudieron identificar el sexo de sus acosadores, el 56.7% señaló a hombres y el 16.9% a mujeres. Hubo una disminución significativa del acoso de mujeres a hombres y de hombres a mujeres respecto a 2022, pero aumentó este delito entre mujeres.

El acoso cibernético o ciberacoso implica una conducta hostil intencionada que busca molestar, intimidar o dañar a la víctima a través de plataformas digitales. Se alimenta del desequilibrio de poder y la sensación de anonimato del agresor, lo que hace que la víctima se sienta vulnerable y sin capacidad de defenderse. A menudo se combina con el acoso presencial, pero tiene un potencial multiplicador del daño. Puede llegar a una audiencia más amplia en poco tiempo, sigue a sus víctimas en sus dispositivos negándoles un refugio, además de que una vez que algo ha sido publicado en línea puede ser difícil eliminarlo por completo.

Normalmente surge de una interacción personal y afecta en gran medida a la niñez y juventud, amenazando su salud mental y bienestar emocional. Según la encuesta, los grupos de edad más afectados son los de 20 a 29 años (30.7% de las mujeres frente al 23.4% de los hombres) y los de 12 a 19 años (30.1% de mujeres y 23.0% de hombres). Los niños y adolescentes están más expuestos, pues se encuentran en etapas críticas de desarrollo emocional y social, cuentan con menos recursos para defenderse y enfrentar a sus acosadores, además de que pueden estar más influenciados por las normas sociales y la presión de grupo.

El MOCIBA revela que el 41.8% de las personas fueron acosadas a través de Facebook, el 37.8% por WhatsApp y el 28.9% mediante llamadas telefónicas. El 60.9% de las víctimas experimentó enojo, el 37.6% desconfianza y el 30.1% inseguridad. Las consecuencias del ciberacoso son graves, con impactos psicológicos, mentales y físicos, pudiendo en casos extremos llevar a la víctima a quitarse la vida. Debido a la constante conexión a internet, las víctimas pueden recibir mensajes de acoso en cualquier lugar y momento; además, el anonimato del agresor aumenta la sensación de inseguridad.

Las medidas de seguridad más comunes utilizadas por las personas encuestadas incluyeron bloquear al acosador, ignorar los mensajes o eliminar las publicaciones ofensivas. Las mujeres tendieron a eliminar publicaciones o bloquear al acosador, mientras que los hombres prefirieron ignorar, confrontar o no hacer nada. No obstante, es crucial abordar el problema de raíz: la conducta abusiva y hostil de los acosadores, facilitada por la naturaleza anónima y omnipresente de internet. La carencia de mecanismos efectivos para prevenir y sancionar este comportamiento, junto con la facilidad del ataque en línea, permiten que subsista el ciberacoso.

Las nuevas tecnologías, aunque ofrecen numerosos beneficios, también presentan riesgos como el aumento del daño por acoso. La normativa siempre va un paso atrás en relación con el rápido avance tecnológico, por lo que para detener el ciberacoso es necesario un enfoque multifacético que involucre a individuos, familias, escuelas, comunidades y plataformas digitales. Se requieren, por un lado, reglas claras sobre el uso de internet y las consecuencias del ciberacoso; y por el otro, educación y conciencia, promoción de la empatía y de un entorno positivo.

@EuniceRendon

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