Antes de la pandemia era impensable trabajar desde casa; cuando no hubo alternativa, el teletrabajo se convirtió en la única opción, pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que el sueño del teletrabajo más bien se estaba convirtiendo en pesadilla.
La rutina de ir a la oficina, ocupar un escritorio, tener un horario de comida y cerrar la computadora para emprender el regreso a casa dejó de ser un mal recuerdo para convertirse en añoranza, pues el home office por Covid-19 dio lugar a excesivas jornadas de trabajo y a la sensación de no poderse desconectar ni siquiera por las noches.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que México es el país con mayor estrés laboral, y un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que 41% de las personas que trabaja en casa se sienten estresadas. Incluso, se ha descubierto que el estrés es mayor en comparación con quienes salen todos los días a trabajar.
¿Tú también te sientes súper estresada todo el tiempo?, ¿tú también estás agotadísimo? Si respondes que sí, que no tienes ni siquiera 10 minutos para tomarte un descanso, temo decirte que podrías tener un grave problema y que no sería por culpa de tu empresa –o no del todo–. Puede ser un problema de autogestión y de objetivos.
Hoy tenemos la necesidad de demostrar que somos buenísimos colaboradores porque trabajamos hasta las 10 de la noche, pero ¿realmente cumples tus metas del día, del mes o del año gracias a ese horario extenuante? La realidad es que hay personas que pueden trabajar más de 10 horas al día y no lograr sus objetivos, porque ni siquiera tienen claro hacia dónde van. Eso sin duda genera estrés, frustración y desequilibrio.
Hoy la fuerza de trabajo siente exceso de trabajo y esto tiene dos causas: porque los líderes no estaban preparados para la realidad que vivimos y porque el talento tampoco.
Si te escucho decir “¡Es que la empresa me tiene con mucha carga de trabajo! o ¡es que es imposible lograr un balance entre vida y trabajo!”, yo te diría: “Muy bien, ¿ya levantaste la mano para hacerle saber tu opinión?, ¿cómo has decidido organizar toda esa carga?, ¿cuáles son tus herramientas para priorizar?, ¿te has sentado a hacer ese análisis para tratar de encontrar una solución?”.
El panorama parece complejo y, desde luego, tiene mucho que ver con la cultura organizacional de tu empresa, pero también tiene mucho que ver también contigo, con tu significado de balance y con tus objetivos de vida.
Responde las siguientes preguntas: ¿Cuáles son tus objetivos? Y no nada más laborales. ¿Cuál es tu objetivo familiar, de salud, de esparcimiento y espiritual? Desafortunadamente, aun cuando somos seres integrales, no hemos sido educados para establecernos objetivos en cada una de nuestras facetas.
Nos han repetido hasta el cansancio que ser multitareas es una cualidad, pero redactar un documento, responder emails, revisar que no se queme la sopa y hacerte tiempo para comer con tus hijos no es ser multitask, eso es estar en todas partes y en ninguna al mismo tiempo.
El equilibrio es saber dónde tienes que estar y tener claro que no puedes estar en todos lados. Esperamos que el balance nos lo dé la empresa, pero debemos dárnoslo nosotros mismos.
Desde mi punto de vista, empresas y talento tienen un doble desafío en ese sentido. Las organizaciones deben trabajar en la creación de una gestión por objetivos eficiente, así como de espacios y capacitación de bienestar para sus equipos. Pero tú, como trabajador(a) también debes buscar un cambio cultural como ser humano.
Reflexiona cuáles son las esferas de tu vida más allá de la oficina, ¿dónde estás parada hoy?, ¿hacia dónde vas?, ¿dónde quieres estar el próximo año? Haz una lista de lo que es prioritario para ti, establece objetivos diarios, semanales, mensuales; anótalos; y ponlos en un lugar donde puedas verlos cada mañana.
Luego dedica 10 minutos semanales a revisar tus avances. Hazte responsable de tu bienestar. Ya te has acostumbrado a vivir en estrés, pero eso no es saludable y es necesario que tú mismo tomes cartas en el asunto. No vas a lograrlo en un día, pero tampoco debes dejarlo para el futuro, para cuando te jubiles. El equilibrio es un plan de vida.
Hoy existen tantas herramientas y un mar de apps de organización del tiempo. ¿Te has dado cuenta de que están en todas partes? Aunque ¡ojo! Si no asumes un auténtico compromiso con todas las esferas de tu vida, ni la mejor tecnología podrá sacarte de ahí.
Recuerda, el equilibrio es un plan de vida. Es tan sencillo como lo que haces cada vez que vas al súper. Anotas en una lista lo que tienes que comprar para la comida y otros enseres que te permitan estar cubierto en la semana, ¿correcto? No vas a diario, regresas solo cuando cada producto que compraste cumplió el fin para el que adquiriste. Luego regresas por más.
Tener un plan para lograr el balance es tan lógico como hacer el menú de la semana.
Así pues, te invito a hacer el menú de tu vida e ir por las cosas que necesites para cumplirlo.