Cada 31 de diciembre formulamos nuestros 12 propósitos de año nuevo, pero a menudo no tenemos claro qué es un propósito, qué tenemos que hacer para llegar a él y olvidamos que cualquier temporada es ideal para reflexionar qué queremos lograr en el futuro, cuáles son nuestras aspiraciones, si nuestros objetivos reflejan quiénes somos y si están alineados con nuestra intención y propósito. En el propósito radica no solo la satisfacción personal y profesional, sino la felicidad misma. De ahí la importancia de poner el tema sobre la mesa.
Propositum deriva del prefijo del latín pro que significa hacia adelante y el participio positum que significa poner, de modo que tener un propósito implica querer hacer, tener una meta con miras al futuro. Un propósito jamás estará hecho para causar frustración y, mucho menos, solo para cumplir un “rito” o reírnos cada diciembre porque no logramos nada de lo que dijimos el año anterior.
Los neurólogos consideran el propósito como un vacío existencial, la razón que mueve nuestra vida, por lo tanto, podemos decir que el propósito es una causa, nuestra razón de ser, lo que da sentido a nuestra existencia (es el por qué y para qué).
Descubrir nuestro propósito, afirma el neurólogo austriaco Viktor Frankl y autor de “El hombre en busca de sentido”, es un proceso interior muy complejo porque surge de la necesidad de hacernos cargo de nuestra propia vida y del deseo de trascender. Esa es justo la causa por la que un propósito jamás será una imposición, viene de nuestra necesidad de dejar de ser llevados por la corriente, de tomar decisiones y hacer frente a lo que venga con ellas.
Se trata de algo totalmente voluntario, un ejercicio progresivo en el que seguro nos vamos a equivocar y vamos a tener que volver a empezar de nuevo, lo cual es muy bueno porque esa experiencia nos va a agregar autoconocimiento para seguir avanzando en la vida.
Encontrar nuestro sentido de vivir nos brinda felicidad, por supuesto, pero un buen día podemos descubrir que ya no estamos satisfechos y tendremos que cambiar de ruta. La evolución en nuestros intereses, valores, relaciones e incluso trabajos nos va a enfrentar a esto y debemos de estar preparados.
El reconocer nuestro propósito no solo revela el fin para nosotros mismos. Tener claro lo que queremos transforma las relaciones que estableces, la forma en que interactuamos, llevándonos a tomar decisiones más conscientes, acercándonos a personas y actividades mucho más afines a nosotros y a nuestros intereses.
Desde mi perspectiva, mi propósito es mi centro, la zona donde determino lo que quiero en la vida y a lo que recurro cada vez que debo tomar decisiones importantes. Me pregunto, ¿cómo debo de reaccionar ante esta relación de pareja, de amistad, ante este trabajo? Cuando regreso a mi centro, recuerdo lo que quiero en la vida, qué es la felicidad para mí y tomo decisiones más conscientes para lograrlo.
No imaginan la cantidad de entrevistas de trabajo que hago en las que el candidato tiene una lista grande de defectos, pero es incapaz de enumerar sus virtudes, de decirme en qué es bueno o buena y por qué debería de quedarse con la vacante. ¿Ahora puedes ver más claramente por qué tu propósito y tu intención para este 2023 es algo mucho más profundo y determinante que comer 12 uvas a prisas en punto de la medianoche?
Una de las razones por las que a veces resulta difícil encontrar nuestro propósito en la vida es que solemos preocuparnos más por lo que hacemos mal que por las cosas que hacemos bien. Sin duda, sugiero que a partir de este año te enfoques en tus fortalezas, definir en qué eres bueno facilita que encuentres tu propósito y el camino a todo lo que deseas.
Hoy vivimos en la era de la inmediatez, de la urgencia y eso nos lleva a carecer de pasión: la gasolina del propósito. ¿Cuándo fue la última vez que te levantaste muy temprano emocionado por lograr un fin?, ¿desde cuándo vives atrapado(a) en sacar las emergencias en la oficina dejando de lado lo importante que es tu plenitud profesional? Sentir que no tienes tiempo para nada es un síntoma de que estás en riesgo de llegar a un nivel de insatisfacción, infelicidad y vacíos existenciales. Esa es la consecuencia de hacer y no ser, y el ser es justo donde se encuentra el propósito.
El propósito, más que el camino hacia la felicidad es la felicidad misma, pues es la satisfacción que se encuentra cuando somos parte de algo más grande que nosotros mismos y podemos contribuir de forma única en nuestro entorno.
Se habla mucho de felicidad organizacional como si fuera algo que se da solo en una organización, olvidando que en realidad es un conjunto de personas, de seres individuales felices. En definitiva, las empresas no podrán dar el propósito o la felicidad en sí misma a sus colaboradores, pero cuando el trabajo es parte de nuestro propósito y la organización lo procura con congruencia en el actuar compartiendo propósitos, la felicidad organizacional se logra.
Ahora bien, tener la capacidad de vivir una vida con propósito, conscientes de nuestra razón de existir es una cualidad humana que llega a su fin y renace constantemente como dijimos. Cuando logramos algo, luego vamos por más, incluso algo distinto por completo. Este recorrido se inicia al definir nuestra intención, la cual no es más que el deseo llevado a la acción, es el principio del camino del propósito que nos va a llevar al logro de los objetivos que nos planteamos.
Definir nuestra intención se acompaña de una reflexión personal que nos llevará a actuar en línea con nuestros valores, activando nuestra consciencia para lograr la satisfacción, misma que nos hace aumentar nuestro rendimiento, capacidad de aprendizaje, de innovación y nos ayuda experimentar bienestar.
Cuando nos fijamos objetivos en nuestra vida sin preguntarnos hacia qué nos llevan, no hay coherencia entre quiénes somos, lo que hacemos y nuestro propósito. La intención es el inicio para poder llegar a tu propósito.
Por todo lo anterior, este 2023 no deseo que cumplas tus 12 propósitos, sino que sea un año en el que tu intención guíe cada éxito que consigas por los próximos 11 meses.
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