Callan como momias ante la realidad. No son los medios de comunicación, son los seguidores del presidente ante una de las situaciones más delicadas de los últimos tiempos: la militarización del gobierno de México.

Se ha dicho incontables veces, pero vale la pena recordarlo: durante la campaña el presidente dijo que si por él fuera aboliría a las Fuerzas Armadas nacionales. Prometió un país en paz, donde la guerra y el Ejército fuesen cosas del pasado. Tan sólo asumió el cargo demostró que todo era palabrería.

El Ejército participa en la vida pública como no se había visto en muchas décadas. Y el silencio de la izquierda, o quienes se dicen de izquierda y apoyan al presidente, es ensordecedor.

El Ejército construye aeropuertos civiles. Ya no sólo es el controvertido proyecto de Santa Lucía. Ahora también es el aeropuerto de Tulum. Las ganancias de la construcción van… a quién más, al Ejército.

El Ejército reparte los libros de texto. Las escuelas reciben sus materiales de manos de los soldados.

El Ejército se hizo de la Guardia Nacional en lo que varios expertos han llamado nada menos que un fraude a la Constitución. En la reforma de seguridad que se aprobó de forma unánime este sexenio, se estableció que la GN quedaría en control de un civil.

Como reveló Alejandro Hope hace unos días (https://bit.ly/3dtDdb3), el propio Ejército sabe que esto no es cierto: en comunicaciones internas se da por hecho que la Guardia le responde a ellos y nada más a ellos. Su jefe civil es, para efectos prácticos, un muñeco de ventrílocuo.

El Ejército ronda la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Con la inminente salida de Alfonso Durazo para contender por la gubernatura de Sonora, se maneja en los altos círculos del gobierno que el titular de la SSPC sería un militar, sea en activo o en retiro. De ocurrir esto, todo el aparato de seguridad le correspondería en exclusiva a las Fuerzas Armadas. Vale recordar también que el otrora CISEN, hoy CNI, es dirigido por… un militar en retiro.

El Ejército tiene a uno de sus elementos administrando el ISSSTE. El General de División Jens Pedro Lohmann se despidió de la corporación en agosto para asumir la Dirección de Administración y Finanzas del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado.

El Ejército recibe más dinero que nunca. Y lo hace a oscuras. Como documentó ayer Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (https://bit.ly/375UPsH), el año pasado la cantidad de dinero asignado al Ejército a través de fideicomisos aumentó 1,048%. Mientras que a los científicos el presidente les dice corruptos por querer asegurar fondos para su investigación, al Ejército le da dinero a puños y de manera discrecional. Pero a ellos no los toca ni con el pétalo de una mañanera.

Todo esto recuerda a la política mexicana posrevolucionaria: los militares administraban el país sin contrapeso alguno. Fue hasta Miguel Alemán en 1946 que México tuvo un presidente civil; incluso durante la década de los 60 el regente del entonces Distrito Federal era un militar en retiro, Alfonso Corona del Rosal. A esos tiempos nos lleva el presidente, directo al pasado castrense.

Lo único que falta, como dijera ayer en Twitter José Castillo, es que le dé la producción de queso y yogurt.

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