Si uno se asoma a las redes sociales, pensaría que hay dos temas que consumen al país y al mundo. A nivel nacional, los rótulos de la Alcaldía Cuauhtémoc han tomado el lugar en la conversación pública digital –siempre tan chilangocéntrica– y a nivel mundial el juicio que involucra a Amber Heard y a Johnny Depp se ha llevado todo lo demás.
Para quien viva bajo una piedra, o en el mundo análogo, el juicio de “Depp v. Heard” ha de resultar completamente ajeno. En resumidas cuentas, Amber Heard, actriz y exesposa de Depp, publicó un artículo de opinión en diciembre de 2018 en The Washington Post, donde se identificó como víctima de abuso doméstico, sin nombrar a Depp directamente.
Sin embargo, el actor la demandó por difamación y acusó que su carrera había caído en desgracia tras la publicación del artículo porque “todos sabían de quién hablaba”. La demanda llegó a juicio, y ayer a mediodía un jurado determinó que Heard le debía de pagar más de 10 millones de dólares a Depp porque en efecto lo había difamado. Heard recibió dos millones de dólares porque se demostró que a ella la había difamado el abogado de Depp.
Para efectos de esta columna, el juicio como tal, que duró cinco semanas, resulta de interés porque estuvo hecho para ser consumido en redes. Desde los testigos hasta los testimonios, pasando por las reacciones de Depp y Heard, éste fue el material perfecto para YouTube y TikTok.
No faltaron los abogados youtubers que analizaban hora tras hora lo ocurrido. Que si la evidencia convencía al jurado, que si los abogados de Heard eran incompetentes, todo se podía desglosar. Millones y millones de visitas, monetización de videos –porque siempre se puede lucrar con lo que sea– e invitaciones a la televisión para comentar el material más destacado.
Pero quizás lo más llamativo fue cómo el juicio se apoderó de TikTok, la plataforma que hoy marca pauta de consumo en línea. Ahí, en pequeños fragmentos, se editorializó todo lo sucedido: música, comentario, gifs, reacciones y remixes, las herramientas necesarias para conseguir millones de vistas. (En Twitch, otra plataforma, se transmitió el juicio completo.)
Ya si el TikTok se volvía viral, entonces trascendía a otras redes como Instagram, donde cinco-seis días después los adultos más millenials y menos generación Z obtienen su información. Si de ahí conseguía más eco, entonces aparecía en el Facebook de los boomers. Así viaja la información hoy en día.
El internet no se enteró del juicio a través de las notas de los periódicos o de las columnas de opinión. Se enteró a través de memes y videos. Porque ésos son los nuevos medios.
Pero con un elemento distinto, el cual tergiversa la realidad: la fanaticada. El grupo de fanáticos que siguió el juicio (absolutamente pro-Depp) fue el que pudo darle el encuadre para que su ídolo ganara el otro juicio, el mediático. Porque pocas celebridades tienen seguidores tan intensos como el otrora capitán Jack Sparrow: desde sus días con manos de tijera hasta su despido de la saga de Bestias Fantásticas hace unos años, a Depp lo siguen los fanáticos más intensos.
Y los más hábiles. Controlaron la narrativa, la viralizaron y consiguieron lo que cualquier candidato envidiaría: el control del mensaje.
Ahí está el consejo para ganar 2024, señores y señoras políticas.
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