La situación inflacionaria actual, entre otros motivos por las constantes olas en contagios de Covid-19 en el mundo, así como por la guerra Rusia-Ucrania, sigue teniendo variables presentes dentro del contexto internacional que frenan la recuperación económica global.
Autoridades y mercados continúan reaccionando ante la situación económica. La Junta de Gobierno del Banco de México decidió el pasado 24 de junio incrementar en 75 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día a un nivel de 7.75%, y además dejó entrever que tiene la intención de seguir aumentando la tasa de referencia en caso de que así se requiera.
La inflación en México sigue en aumento, en la primera quincena de junio de 2022, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) creció 0.49% respecto a la quincena anterior. La inflación general anual se ubicó en 7.88%. En la misma quincena de 2021, la inflación quincenal fue de 0.34% y la anual, de 6.02%.
Hace unos días, representantes de cincuenta países reunidos en la cumbre del hambre organizada por el gobierno alemán, evidenciaron una señal de alerta, dado que como resultado de la pandemia y de la Guerra se prevé una crisis alimentaria mundial en 2022 y 2023.
En México, la situación no es diferente. Ya se cumplieron dos meses del anuncio del Paquete contra la Inflación y la Carestía (Pacic), conformado por una serie de medidas que van más allá de un freno al incremento de precios de una cierta cantidad de productos de consumo básico. ¿Qué ha pasado en estos dos meses? ¿Podemos decir que el plan ha funcionado?
Debemos contextualizar que un plan con todas las medidas presentadas deberá tener resultados en un mediano y largo plazos, ya que incidir en las diferentes variables económicas no es tarea fácil, ni de efectos inmediatos.
Es muy importante continuar con la implementación de las medidas de este plan, resaltando la relevancia de fortalecer la cadena de valor y, en un mediano plazo, contener el incremento de los precios y asegurar la demanda de alimentos básicos para las familias mexicanas, como la carne.
Desde el sector privado estamos trabajando de forma coordinada con el gobierno federal para impulsar programas y políticas para que contener el incremento de precios de determinados productos, pero las medidas que tendrán más impacto son aquellas que largo plazo.
Ante el abanico de medidas que integran el Pacic, la industria de la carne estamos trabajando para incrementar las diferentes fuentes de abasto de proteína cárnica, para poder acceder a todos los mercados que cumplan con las medidas de inocuidad. Esto es clave para la industria, y estamos convencidos de que, conforme se pueda incrementar este abasto, se contendrán de forma moderada los incrementos en los precios.
Sin duda, piezas primordiales del plan son la seguridad, que en los últimos días hemos escuchado sobre la falta de pollo en algunos estados por la amenaza de grupos de la delincuencia en algunas comunidades. La seguridad no sólo debe asegurarse en las carreteras sino en también en las ciudades en las que los productores están siendo amenazados.
Otra pieza clave es el retomar los apoyos a productores primarios con financiamiento, incentivos fiscales, acceso a tecnología, procesos de innovación, que se traduzcan en impulsar a los productores nacionales, no sólo para cubrir la demanda interna sino para la exportación.
El panorama nacional e internacional es complejo. Las industrias que tenemos como centro la alimentación, tenemos uno de los retos más importantes frente a nosotros: asegurar el abasto de manera accesible, fortaleciendo la cadena de valor. En nuestro caso del sector cárnico, pareciera sencillo porque lo hemos hecho antes; sin embargo, no lo es en este complejo contexto.
La voluntad del gobierno y del sector productivo está ahí, sigamos trabajando en favor de la alimentación de las personas sin afectar su bolsillo.
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