De sonrisa amable, un tanto introvertido y quizá un poco penoso por su escaso español, es el recuerdo que guardo de un niño que soñaba con ser campeón del mundo, pero más allá de ese sueño, quería ser uno de los rostros mas importantes del boxeo mundial. A este niño al que me refiero es (así lo llamaban en aquel tiempo), a quien conocí con 17 años, incluso antes de que lo firmara Golden Boy, pues sus inicios fueron en Tijuana y ya después conquistó California y el mundo.

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Desde aquel entonces su crecimiento como estrella en redes sociales y en los encordados era vertiginoso, pero si alguna memoria guardo de aquellos momentos del incipiente peleador, es su respeto a Dios, a sus padres y equipo de trabajo; sin embargo, de la noche a la mañana la fama lo cambió.

Roger Ruiz estuvo desde los inicios de la carrera del oriundo de Victorville, California. De hecho, lo debutó en Tijuana, luego pelearon en una velada de Steve Bash en Los Ángeles, luego con Top Rank y finalmente lo llevó a Golden Boy, donde hasta el momento permanece como parte del establo de Óscar de la Hoya.

Menciono a Roger Ruiz porque él fue quien me lo presentó y lo puso en la palestra del boxeo mundial, y la decisión de terminar la relación laboral con él, marcó un antes y un después en la carrera del “KingRy”, pues aquel niño educado y humilde que conocí a finales del 2016, cambió radicalmente luego de pelear con el boricua José “Wonder Boy” López en Indio, California.

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Independientemente del cambio, Ryan sigue siendo un caballero con su servidor, pero sí fui notando cambios de actitud que sin duda, fueron focos rojos que ni su familia, amigos y promotora atendieron. Era una guerra avisada y nadie de su equipo se preparó para ella, aunque las señales estaban ahí, nadie las quiso ver.

No pretendo tapar el sol con un dedo, Ryan se equivocó y en grande, y por lo que declara la Comisión Atlética del Estado de Nevada (NYSAC), estaría suspendido indefinidamente por uso de sustancias prohibidas, además del abuso con Devin Haney en la romana con 3.2 libras de más. Eso no lo discuto, pero siempre he pensado que el ser humano está muy por encima del atleta y hoy Ryan García necesita de la familia del boxeo.

El chamaco de 25 años hizo trampa, sí, se ha burlado de Devin Haney, pero con el conocimiento profundo que tengo del californiano, les digo con certeza que los demonios de la fama y las tentaciones lo tienen completamente fuera de la realidad.

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Tanto la familia, asesores legales, amigos y su promotora deben aprender a decirle NO a Ryan. El chamaco genera carretonadas de billetes verdes, pero estos se van como agua entre las manos con este tipo de estilos de vida. Si no lo paran en seco y lo ayudan ya, todos se quedarán sin dinero y el mundo habrá perdido un excelente peleador y un gran ser humano que si bien está confundido, les aseguro que su esencia es buena.

Querido Ryan, déjate ayudar y regresa a lo básico. Dios te ha bendecido en grande y seguramente tienes todavía una misión que cumplir, deja lo banal y aférrate a lo duradero, tienes familia, amigos, pero sobre todo tienes a Dios. Cierro diciendo lo siguiente: “Ryan espero que Dios esté en tu esquina, así como Dios está en mi esquina”.

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