Antes de hablar de boxeo, quiero respetuosamente invitarlos a que ejerzan su voto, no importa por quién, pero voten, pero sobre todo —independientemente del resultado—, que ya no haya broncas, ni “chairos”, ni “fifís”, ¡que ya no nos dividan!, al final, todos somos mexicanos y debemos soñar con un México mejor, pero sobre todo muy unido.

Parecería imposible que tan sólo unas décadas atrás, las oportunidades de campeonato del mundo para púgiles mexicanos eran no pocas, sino inexistentes; sin embargo, los dioses del boxeo tocaron el corazón del hijo pródigo de Ciudad Victoria, Tamaulipas, don José Sulaimán Chagnón, quien por cierto, el pasado 30 de mayo estaría cumpliendo 93 años, ¡vaya pues un abrazo hasta el cielo querido amigo y feliz cumpleaños!

Les decía que con la bendita llegada de don José a la presidencia del WBC (Consejo Mundial de Boxeo), este deporte cambió para bien, se instituyeron bajo su magnífica gestión todas las reglas modernas del pugilismo, como la reducción de 15 a 12 rounds, cuatro cuerdas en vez de tres en el ring, pesaje el día anterior de la pelea, entre muchas otras grandes medidas.

Es innegable el legado del Caballero del Boxeo como cariñosamente yo lo llamaba, pero hoy quiero destacar que sin su visión humanitaria, no existirían los Púas, los Cañas, los Mantequilla, ni los Sánchez, los Chávez, los Barrera, los Morales, los Vázquez, los Márquez y recientemente los Saúl Álvarez.

¿Se imaginan el boxeo sin campeones mexicanos? Simplemente, no sería lo mismo, y me atrevo a decir desde el profundo conocimiento que tengo del mercado actual en el boxeo, que literalmente estaría en peligro de extinción, ¡sin público y boxeadores mexicanos el boxeo se muere!

Hoy más que nunca, a más de 10 años de la partida de don José Sulaimán, debemos honrar su legado y aplicar su bondad y liderazgo, para noquear a las injusticias que, por cierto, en el boxeo no son pocas. Hoy es tiempo de buscar nuevas avenidas de oportunidad para los guerreros mexicanos, y como dice mi muy querido amigo Fernando Beltrán: “Cambiemos vidas”.

La estafeta de don José está en muy buenas manos, las de su hijo Mauricio, quien lucha día a día para mejorar el deporte de nuestros amores. Cierro diciendo lo siguiente: El boxeo mexicano es el mejor del mundo y en muchas ocasiones el más golpeado, por eso, promotores, organismos, comisiones, managers y todo aquel involucrado en él debe caminar hacia el mismo sentido, mismo que tiene como meta darle valor a nuestro boxeo.

@ErnestoAmador

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