Ciento 11 grados Fahrenheit marcaba el termómetro el pasado martes en Los Angeles, California. Se sentía un calor infernal y abrazador en el Forj Fitness que fue el gimnasio que albergó el entrenamiento público del combate entre William “Camarón” Zepeda y el “No Mercy” Mercito Gesta. Todo transcurría de manera muy relajada hasta que llegó a las puertas del gimnasio un imponente Ferrari rojo del que salió, el mismísimo “Golden Boy” Óscar de la Hoya. No cabe duda alguna, que Óscar sigue siendo una enorme estrella del boxeo mundial e insuperable como ser humano. A la llegada del campeón mundial en seis divisiones y once campeonatos del mundo en sus vitrinas, literalmente paralizó a su llegada a todos los ahí presentes.
Es muy fácil agredir cobardemente desde las redes sociales insultando y pretendiendo saber más de las vidas privadas, que los mismos protagonistas. “Que si este es borracho, que si usa drogas, que si es mujeriego”, todos señalan, pero no tienen los pantalones de publicar sus debilidades y sus defectos, es por eso que durante la reciente charla con Óscar de la Hoya fue lo primero que le pregunté: ¿Óscar se necesitan huevos para contar tu verdad? Y la respuesta fue contundente y al grano: “Si, la verdad es que se necesitan muchos”.
Recientemente HBO MAX publicó dos entregas que componen el documental de la vida de Óscar de la Hoya, llamado “The Golden Boy”, esta pieza documentaría es literalmente un obra de arte donde el medallista de oro en 1992 se abre como nunca en cuanto a su vida personal y sus demonios a los que por cierto día a día vence y lucha con ellos. Dos capítulos imperdibles nos tocan las fibras más íntimas pues se abordan temas muy dolorosos como la pérdida más grande en la vida de Óscar… la muerte de su madre justo antes de la justa olímpica donde De la Hoya, con su madre apoyándolo desde el cielo, se vistió de oro. El documental narra paso a paso como Óscar fue de la gloria al infierno perdiéndose en la hoguera de las vanidades, el éxito desmedido, sexo, drogas, alcohol y carretadas de dinero que fueron llevando al humilde chamaco de East LA a convertirse en una de las más grandes estrellas del boxeo mundial, donde con veintitantos años ganaba más de 20 millones de dólares por pelea.
Óscar, hoy lamenta el no haber tenido más tiempo con sus hijos, mismos que sin duda y por cierto, sin deberla ni temerla, pagaron el precio de apellidarse De la Hoya, todos y cada uno de ellos narran los momentos más dolorosos de su vida al no tener a su padre al lado.
El documental narra de manera inmejorable las etapas más altas y más bajas de exitoso peleador a quien inclusive tras haber derrotado de manera categórica a Julio César Chávez, sufrió el no ser reconocido por lo que más ama… México, De la Hoya padeció y quizá siga padeciendo el desprecio de un sector recalcitrante del público mexicano que no le perdonará nunca el imponerse en dos ocasiones al “César del Boxeo”, como lo bautizara mi entrañable amigo Pepe Camarillo.
Durante la muy humana entrevista, Óscar simplemente me dijo lo siguiente: “Finalmente me liberé, era como traer un grito atorado en la garganta y finalmente lo solté”.
La tan esperada historia de Óscar de la Hoya, finalmente nos retrata todas las dificultades que vienen de la mano con la fama, el dinero y como me decía recientemente De la Hoya, “Creen que por ser Óscar de la Hoya tengo todo y no es cierto”.
Hoy les puedo decir que veo a un Óscar pleno, enamorado, enfocado, hambriento y afortunadamente sigue contando con la amistad eterna de su amigo de la infancia Eric Gómez, quien lo ha acompañado siempre. No cabe duda de que Óscar de la Hoya es un ser humano tocado por Dios, es como el ave fénix, siempre se levanta pase lo que pase y creo que ahora, está viviendo y disfrutando al fin lo que se ganó a golpes en el cuadrilátero. Viene lo mejor para “El Golden Boy”, no me resta más que agradecer el poder relatarles mi última charla con mi amigo Óscar de la Hoya, a quién quiero y admiro como ser humano y peleador.
En estas dos entregas verán momentos muy duros para Óscar como el tema de las fotos y lo duros que fueron sus padres durante su infancia, pero no me queda la menor duda de que el testimonio de Óscar en “The Golden Boy”, nos hará recapacitar y poner en orden nuestras prioridades.
Así es que preparen una buena dotación de palomitas y disfruten tanto como yo del documental de la vida de De la Hoya producido magistralmente por Mark Wahlberg y Mario López.