No puedo ocultar el júbilo al ver la enorme participación ciudadana durante la jornada electoral el pasado domingo 2 de junio; más de 59 millones de personas acudimos a votar haciendo, en no pocos casos, largas filas, esperando con paciencia el turno para expresar nuestra elección en esta histórica jornada.

Sabíamos que el voto de cada persona era importante para consolidar un sistema más equitativo y justo donde todas las voces se escuchen, la gobernanza sea más horizontal y la desigualdad desaparezca.

El ruido que los grandes medios privados de comunicación y sus voceros crearon desde el inicio de las campañas electorales y que escalaron sostenidamente pronunciándose sin ambages a favor de la candidata a la Presidencia y el candidato al gobierno de la CDMX de la coalición del PRI-PAN-PRD, alcanzó niveles de grosería, mentiras y difamación nunca antes vistos en la realidad política mexicana. Niveles inauditos, diría, pues todo ello habría sido impensable durante los anteriores gobiernos priistas o panistas, por terror a la pesada mano del presidente en turno, pero que hoy es posible gracias a la indiscutible libertad de expresión garantizada por nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Las masivas campañas difamatorias de bots, los comentarios mal intencionados, las mentiras evidentes difundidas con insistencia en radio, televisión y prensa, crearon un enrarecido ambiente de odio a fin de inducir miedo para intentar instalar una realidad alterna y cambiar la percepción ciudadana sobre la titánica labor que el gobierno del Presidente emprendió en 2018 y que mucho ha avanzado en contra de los privilegios instaurados.

A pesar de la rabia, la furia y el odio desatados, los resultados de la pasada jornada electoral mostraron con toda claridad y sin lugar a dudas, que la gran mayoría está no solo conforme, sino decididamente en favor de que la Cuarta Transformación continúe; ahora, bajo el mando de Claudia Sheinbaum en la Presidencia de la República y de Clara Brugada en la Ciudad de México, dos políticas inteligentes, experimentadas y que han demostrado durante sus ya largas carreras en la administración pública, que el ejercicio público es para servir al pueblo, la continuidad está garantizada.

Además, los resultados del voto nacional nos otorgan en las Cámaras de Diputados y Senadores, la posibilidad de llevar adelante las propuestas que el país necesita para consolidar los cambios que aún están pendientes en beneficio de la colectividad.

La alegría que sentí al día siguiente de la jornada electoral por constatar que, en México, la gran mayoría está del lado de la Cuarta Transformación, y la curiosidad que experimenté ante la desconcertada reacción de los voceros de y al servicio del PRIANRD con los apabullantes resultados, me hicieron recordar la falta de propuestas con la que estructuraron sus campañas, producto de estrategias ausentes de ética e ignorantes de la realidad y sin propuestas.

Por fortuna el cambio ya se siente, fuerte. Es el deseo por un futuro más plural y justo en todo México y en nuestra Ciudad capital; eso fue lo que nos hizo ganar.

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