El día de hoy quiero hacer una reflexión en torno de la información y su impacto en las sociedades, particularmente en nuestro México, dado que en estos tiempos de campañas por la Presidencia de la República, senadurías, diputaciones y alcaldías la divulgación de mensajes distorsionados, armados con medias verdades, construidos exprofeso para influir en una determinada audiencia, o franca y simplemente mendaces han llenado el ámbito noticioso, desplazando intencionalmente la información veraz y objetiva que debe primar en todo momento, pero con especial propósito ahora, a fin de contribuir al debate objetivo sobre la realidad nacional y el futuro que la mayoría anhela.
Con el vertiginoso desarrollo de las tecnologías de la información, llegaron aplicaciones que abren a los usuarios la posibilidad de vinculación directa o multidireccional mediante el uso de diversas herramientas; entre esas, destacan las llamadas “redes sociales” que funcionan propiciando la construcción de comunidades diversas.
Estas tecnologías, también han ido desplazando del lugar que ocupaban a los medios masivos de comunicación tradicionales, por lo que estos tuvieron que forzar su participación en el entorno digital para no perder audiencias y negocio.
Dentro de este ámbito digital donde se mueve masiva y aceleradamente la información de todo tipo, nadan sigilosamente las agencias encubiertas de vigilancia de la potencia del norte, las cuales influyen para crear tendencias, definir narrativas, inventar mentiras o censurar la información que consideran dañina a los intereses de su gobierno o grupos oligárquicos.
Estos hechos, como no podía haber sido de otra manera, han terminado por extrapolarse a los medios masivos de información de países como México quienes, a imagen y semejanza de los del país del norte y con la finalidad de crear percepciones y narrativas en favor de los intereses oligárquicos locales, han convertido la arena informativa nacional en un amplio y obscuro espacio de noticias falsas construidas a propósito por sus columnistas o por personalidades de derecha pagadas, para intentar influir subrepticiamente en la mayoría de la opinión pública, fomentando el odio irracional de grupos y de personas afectados en sus intereses por las políticas de la actual administración; sin ética alguna, carentes de la mínima objetividad y cargados de mala fe.
Estas noticias falsas, o en el mejor de los casos distorsionadas, al parecer ya se transmiten de forma coordinada, continua y machacona entre todos los grandes medios de comunicación que han visto sus intereses afectados por las políticas populares del gobierno de la Cuarta Transformación, diametralmente opuestas a los 40 años de la era neoliberal que está quedando atrás.
Es por ello que, desde el inicio de las campañas, han sucedido actos de provocación y violencia que demeritan la calidad del ejercicio democrático y ponen en peligro, incluso, la integridad física de las personas que nos acompañan en las asambleas o eventos. De este lado, rechazamos cualquier manifestación de provocación, desinformación y violencia. Estamos por dignificar la política. Tenemos una campaña limpia, sin mentiras, engaños, ni calumnias. Aquí, ya cambiamos.