Estamos viviendo tiempos históricos, a diario vemos cómo se desarrolla la vida nacional de manera frenética, abierta, vibrante, llena de contrastes. Miramos sin asombro, cómo ahora se habla abierta y libremente sobre temas políticos, económicos, religiosos o culturales, algunas veces inclusive con furia, pero sin temor a la ferocidad de una censura institucional o policiaca, tal y como era antes.

En poco más de cinco años se han construido los cimientos de un país renovado, con una economía estable y más equitativo; con alternativas de educación para sus jóvenes y con la atención a sus adultos mayores; con un sistema de salud salvado de la ruina y con la terca intención de volver a ser un país seguro y orgulloso, dueño de un sistema democrático real. Lejos del “desarrollo” que nos impusieron en los 40 años anteriores, con el encumbramiento de una clase burocrática de élite, la conversión de la riqueza pública en privada, una economía sustentada en un endeudamiento constante, la aparición de cárteles y delincuencia de todo tipo y el notable empobrecimiento de la gran mayoría.

Por desgracia, estos tiempos nos siguen mostrando las miserias del sistema neoliberal “a la mexicana” que aún subsiste

Quizá el caso más escandaloso de esto lo dio a conocer hace unos cuantos días el reconocido periodista Salvador Frausto, del diario Milenio, quien tuvo acceso a una serie de mensajes de texto que muestran cómo la Sra. Norma Piña, ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) intentó controlar, con amenazas, a los miembros del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para que mantuvieran al magistrado Reyes Rodríguez Mondragón como presidente, por ser de las simpatías de las cúpulas del PRI y del PAN, –cosa que por, cierto, no sucedió. Días después, en una cena a la que les convocó la noche del 12 de diciembre del año pasado, un día luego de la destitución de Rodríguez Mondragón de la presidencia del TEPJF, la Sra. Piña les pidió no revelar sus comunicaciones y luego, sin avisarles, les impuso la presencia de Alito Moreno, quien llegó a la cena poco más tarde.

El portal electrónico sin lo dice así: “A esa cena privada acudió la cúpula del Tribunal Electoral, la ministra presidenta Norma Piña, el Ministro González Alcántara [propuesto a la SCJN por el presidente AMLO] —quien ha manifestado su respaldo a la “Marea Rosa”…, y “Alito Moreno”.

Por cierto, el mismo portal menciona que al presentarlo a sus desprevenidos invitados, la ministra Piña se refirió a Alito Moreno como su ‘amigo y aliado’.

Esto da cuenta, escandalosamente, de cómo la cúpula del Poder Judicial ha intervenido de manera facciosa contra Morena durante todo este proceso electoral. Es increíble ver cómo enarbolan la bandera de la Constitución y justo actúan en contra de ella, renegando de mantener el mínimo decoro e imparcialidad a que les obliga su excesivamente bien pagado encargo.

Además de tomar partido y anteponer descarada y groseramente sus intereses personales y de grupo a su obligación con el país, con cinismo acusan al ejecutivo de supuestos, “ataques”.

Por el bien de México y de su democracia, la ministra presidenta debe renunciar.

Exfiscal de la CDMX

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