Escribo esta columna ya contando con los resultados de las elecciones que según nuestras encuestas y hasta esta hora, mis compañeras Claudia Sheinbaum y Clara Brugada, tanto como su servidora, hemos ganado de manera contundente.

Por esto, quiero compartir con todas y todos ustedes, la siguiente reflexión.

La fortaleza de México para preservar su soberanía, no obstante, la vecindad con el país del norte, la oposición de las élites locales antipatriotas y un mundo complejo y desfigurado, es la potencia cultural que nos viene hondo y de lejos, con la que se ha podido frenar el desarrollo del individualismo extremo que ya carcomía a nuestra Nación.

Por eso, 30 millones de votos se decantaron en favor de un candidato a la Presidencia en el 2018; y cinco años después, somos testigos y actores de un tiempo histórico con una administración pública popular, visionaria, honesta y con gran sentido común, que convocándonos a hacer realidad el ideal comunitario, “por el bien de todas y todos, primero los pobres”, nos mostró un nuevo camino.

Desde entonces, la reacción contra el gobierno legítimamente electo se colmó de furia, de odio; insultos, infundios y un tosco entramado de mentiras se desplegó para crear una realidad alterna de miedo y caos, con la connivencia de los medios privados de comunicación; todo, por la determinación oficial de desmontar estructuras institucionales y privilegios profundamente corrompidos. Pero lo hecho, ha sido la gran oportunidad para otorgar a la política un rostro nuevo, asegurando en el camino la libertad de expresión y el respeto a las leyes y la Constitución.

El presidente AMLO logró, en cinco años y con el apoyo tenaz de un gran equipo de servidoras y servidores públicos patriotas, poner un freno al saqueo de recursos públicos, impulsar la economía con el apoyo a amplísimos segmentos de la población, construir infraestructura de todo tipo para beneficio de regiones enteras y colocar a nuestro país como un envidiable destino para la inversión extranjera directa, manteniendo a la vez, una buena relación con los difíciles vecinos del norte.

No obstante, aún queda mucho por hacer; en salud, en obras de infraestructura; en seguridad, con el poder judicial y en el ejercicio de la justicia para que sirva verdaderamente a toda la sociedad.

Con su voto mayoritario, el país y la Ciudad de México esperan hoy de sus nuevos gobernantes, el decoro en el actuar, la austeridad y la honradez en el ejercicio de gobierno y del presupuesto público. También la continuación de todos los programas sociales que tanto han impulsado la economía; la consolidación de la seguridad energética con Pemex y la CFE; el reforzamiento de la educación en todos los niveles; el desarraigo de la inseguridad y un esmerado, amoroso cuidado del medio ambiente.

Durante 40 años nos impusieron un paradigma importado de lo que debería ser el desarrollo nacional; pero este, sólo trajo inseguridad, desempleo, concentración obscena de la riqueza, contaminación, pobreza, endeudamiento, corrupción y el envilecimiento de la sociedad en su conjunto.

A cinco años de iniciada la 4T, AMLO y Morena hemos demostrado otra manera de impulsar a nuestro México. Una mejor y más justa.

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