Ginebra, Suiza, 1985. El mundo entero se sorprendió el día que Mijaíl Gorbachov, presidente de la URSS, tomó públicamente y con gran impacto internacional, las riendas de la discusión política con el presidente de EU, Ronald Reagan. Ginebra brilló y se convirtió en el escenario político mundial más importante.  
  
Alrededor de 4,000 periodistas de todos los continentes cubrimos por primera vez lo impensable: el diálogo entre los presidentes de la Unión Soviética y de Estados Unidos. ¿Quién iniciaría la discusión? ¿Cuáles serían los temas? Sin duda la carrera nuclear y la Guerra Fría entre las dos naciones. Era evidente que tendrían que tratar el más difícil: las armas nucleares de las dos superpotencias de la Guerra fría. La iniciativa había sido de Mijaíl Gorbachov y fue aceptada por Ronald Reagan. ¿Era la primera vez en que los dos presidentes habían decidido que era útil y necesario el diálogo? 
 
Había un tema y un dramático antecedente (lejano, pero no olvidado) también histórico: la bomba atómica en Hiroshima que había terminado con la II Guerra Mundial y desatado la más peligrosa carrera armamentista en la historia: la de las armas nucleares que encabezaban y encabezan aún Estados Unidos y la Unión Soviética de entonces.    
 
Volviendo a 1985, la carrera armamentista era incesante entre EU y la entonces URSS. Recordamos las conversaciones entre colegas periodistas de distintas nacionalidades y con diversos idiomas, que se habían reunido con anterioridad en EU. Había sido Reagan quien había tomado aquella primera iniciativa  para dialogar con Gorbachov.  El tema: las armas nucleares en EU y en Rusia, la Guerra Fría entre los dos países, el crecimiento del poder nuclear de ambos, que competían y se reclamaban uno al otro.  Había un punto en el que coincidían entonces Reagan y Gorbachov: en que una Tercera Guerra acabaría con ambos. 
 
Ese era el trasfondo de aquella discusión entre ambos, un tema prácticamente no considerado o bien olvidado por los mandatarios de ambas superpotencias y que por tanto no estuvo en el interés de aquel primer diálogo, ni siquiera fue considerado como elemento para tener en cuenta en la reunión de Ginebra.  En 1962 hubo tensiones extremas entre EU y la URSS, durante la llamada Crisis de los Cohetes que podría haber desembocado en un choque nuclear entre los dos países, EU y la Unión Soviética. Brezhnev en 1962 había llegado a un acuerdo para que la URSS retirara sus navíos de la cercanía a Estados Unidos y regresó a su país. Terminó así la más tensa situación sobre un posible enfrentamiento nuclear.   
 
La llamada crisis de los cohetes derivó en un acuerdo para la región. México decidió la elaboración del Tratado de Tlatelolco para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, el primer y único Tratado Internacional para la proscripción de armas nucleares, que entró en vigor desde el 25 de abril de 1969 con la adhesión de 21 países latinoamericanos y caribeños. Se mantiene vigente hasta la fecha, cubre el territorio de varios países desde el Río Bravo hasta la Antártida, suscrito por los 21 países de América Latina y El Caribe. Único en el mundo.
 
El diálogo iniciado en Ginebra en 1985 entre Gorbachov y Reagan continuó unas semanas después en Moscú.  La prensa se preguntaba hasta donde podrían llegar. La segunda reunión Reagan-Gorbachov se mantuvo con signo positivo, la discusión continuaba avanzando. Finalmente hubo una tercera reunión en Reikiavik, Islandia, donde se firmaron algunos acuerdos sobre limitaciones nucleares. Todo apuntaba hacia el inicio del fin de la Guerra Fría.   
 
Sin embargo, los múltiples avances de armas nucleares en Estados Unidos y Rusia continúan en una competencia en que se desarrollan y revolucionan en ambos países entre los que no cesa la competencia por un poder nuclear cada vez más amplio y destructor.  La loca competencia por las más mortales armas nucleares gracias a la tecnología y a la competencia absurda del poder nuclear y la muerte inmediata de cientos de miles.  
 
Hasta la fecha, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas está integrado por cinco países que tienen armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido.   
 
Hoy la guerra de Rusia contra la Ucrania, debiera de ser un llamado a poner punto final a las armas nucleares, prohibiéndolas como lo hizo el Tratado de Tlatelolco, tras el peligro de una guerra nuclear entre la Unión Soviética y Estados Unidos en 1962. Que no estalló por la racionalidad con que actuaron los presidentes de Rusia y de Estados Unidos y también por la respuesta de los países latinoamericanos y del Caribe, que han respetado durante años y respetan la prohibición de armas nucleares. 
 
En 1962, Estados Unidos y Rusia tuvieron varios encuentros muy cerca de territorio de Cuba y de la Unión Americana que amenazaban con iniciar la primera guerra nuclear, la crisis de los misiles quedó apagada.  El presidente de EU John F. Kennedy y por parte de la URSS Nikita Khrushov entendieron la catástrofe que se preparaba y llegaron a un acuerdo, para que los buques de guerra soviéticos regresaran a su país.  A partir de esa experiencia, en el año de 1969, cuando se evitó lo que podría haber sido la Tercera Guerra Mundial, destacó la iniciativa de México encabezada por el diplomático Alfonso García Robles que inició la creación y redacción del Tratado de Tlatelolco, firmado el 14 de febrero y que entró en vigor el 25 de abril de 1969, firmado por 21 países de América Latina y el Caribe. Respetado y vigente hasta el día de hoy, siendo sostenido por todos los países encabezados por México.  El distinguido diplomático que encabezó la elaboración del Tratado de Tlatelolco recibió el Premio Nobel de la Paz en 1982.    

Del Tratado de Tlatelolco destacan la rapidez, solidez y fortaleza de su elaboración, la respuesta de los 21 países y el estricto cumplimiento del Tratado de Tlatelolco hasta la fecha y seguramente por muchos años más. 
 
La experiencia latinoamericana debiera mover a la reflexión de lo que ahora sucede en la guerra de Rusia contra Ucrania y ser un referente para avanzar a nivel mundial en el mismo sentido.  El mundo entero reconoce que una Tercera Guerra acabaría con todos.  El Tratado de Tlatelolco y su experiencia positiva que se mantiene y perdura, debiera ser una experiencia que marque nuevos rumbos para poner fin a las armas y la confrontación nuclear.  Es posible y necesario un acuerdo mundial para garantizar la paz y la vida del y en el planeta.  
 
La guerra de Rusia contra Ucrania debe cesar, sin triunfadores ni derrotados.  Todos pierden, todos perdemos con la tragedia humanitaria que avanza día con día, con las muertes y los miles de muertos y heridos con la destrucción.  Es posible pactar acuerdos, faltan compromiso y responsabilidad.    
 
El desarme nuclear es necesario, posible, insoslayable y garantía para la vida.   

Ningún país pierde, todos ganamos, si se pone fin en el mundo al armamento nuclear. 
 
Una Tercera Guerra Mundial sería la catástrofe para la humanidad. 
 

Periodista y analista internacional 
      

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