Se ha dicho cientos de veces, en materia de migraciones no hay soluciones a la vista, sino la perpetuación de una crisis cuya salida no se encuentra. Los migrantes siguen llegando por decenas de miles, y lo que ocurre no tiene soluciones nacionales porque en su conjunto la migración hacia Estados Unidos, ya sea proveniente de Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Belice o de México (aunque en menor medida), es la principal válvula de escape a las tensiones y tragedias nacionales y regionales en las que destacan la inseguridad, la violencia, la pobreza, el hambre, el cambio climático que se acelera… factores fuera de control de las personas y que hacen de la vida de millones un infierno. Por eso la migración cambió radicalmente: de ser una migración de hombres jóvenes en busca de trabajo para mejorar, pasó a ser de hombres y mujeres jóvenes. Ahora es una migración de familias en busca de asilo para escapar de condiciones de vida insostenibles. Son decenas de miles. Es un fenómeno regional cuyos orígenes están en la explotación “bananera”, la imposición de dictadores y luego en las guerras de EU en Centroamérica que llevó las armas y la violencia...
No se pueden perder de vista los peligros que enfrentan los migrantes, los asesinatos en el trayecto, las extorsiones, las violaciones de mujeres jóvenes, los robos, los secuestros para que familiares en EU paguen recompensas, las desapariciones de no pocos, los accidentes, las tragedias al cruzar el Bravo, las patrullas fronterizas a ambos lados de la frontera de la que ya forma parte la Guardia Nacional que impide los cruces por convencimiento, por la fuerza obligando a los migrantes a enfrentar peligros mayores con tal de cruzar. Y ni qué decir del dinero que le tienen que entregar a los polleros, traficantes de pesonas que cuando se ven en peligro abandonan a los migrantes. Y qué decir del hacinamiento en las fronteras que se ha intensificado como resultado del compromiso del gobierno de México con el de Estados Unidos para contener —léase disminuir— la migración. Son millones cuyas vidas penden de un hilo, porque adicionalmente quienes presentan su solicitud de asilo al llegar por fin a EU son regresados a México. Incluso, la mayoría ya no la pueden presentar porque un requisito adicional impuesto por EU requiere que hayan solicitado asilo en el país por el que cruzaron con anterioridad, ya sea Honduras, Guatemala o México.
Prevalece la migración a pesar de todos los infiernos del trayecto hacia Estados Unidos y de los nuevos horrores encontrados en las fronteras, ya sea de Guatemala con México o de México con Estados Unidos. Hay que recordar una cuestión central: la migración tiene también un enorme impacto en los países de origen por las remesas enviadas que atenúan la pobreza de quienes quedaron atrás y les permite subsistir. Aún con cientos de miles atrapados en la frontera del lado mexicano, las remesas de los que ya están en EU son cruciales para las familias, con un impacto considerable en el Producto Interno Bruto (PIB) del que representan el 20% en Honduras y El Salvador.
En México la migración es mayor en los estados de Michoacán, Zacatecas y Guerrero, y las remesas representan alrededor del 10% de la economía estatal. Zacatecas es, desde hace años, un estado binacional, en la medida en que alrededor de la mitad de su población vive en Estados Unidos.
Y en el marco de estas tragedias humanas, está el fortalecimiento en Estados Unidos del racismo, el supremacismo blanco, las visiones antimigrantes que quisieran borrar sin poder hacerlo el crecimiento de la población latina, de la piel morena que es desde hace tiempo la primera minoría, cuyo crecimiento es mas vigoroso que el de la mayoría de blancos. Estados Unidos ha sido incapaz de construir una
política migratoria con tintes humanitarios y repercusiones económicas y sociales positivas.
Es tiempo de que México junto con los países de Centroamérica vayan siendo reconocidos como un socio regional vital para EU, de que comience a construirse una política regional e interdependiente, en que se atienda el desarrollo, seguridad y bienestar de los menos desarrollados. Porque lo cierto es que la migración ha tenido una infuencia determinante en la economía de Estados Unidos, no reconocida. El estado con más migración en la Unión Americana, California, es el estado con mayor fuerza poblacional, la quinta economía del planeta. ¿Tendrán algo que ver las migraciones? Es por cierto el estado con más población latina, en el que el español y el inglés conviven, en el que la gastronomía mexicana tiene un lugar importante. Los Ángeles es la ciudad en la que viven más mexicanos después de la Ciudad de México. Y esto es algo que no soportan los supremacistas. México y California construyen acuerdos de cooperación.
Es importante que el gobierno de México fortalezca las relaciones con las organizaciones de mexicanos en EU, con las organizaciones en defensa de los derechos de los migrantes, con las organizaciones que trabajan en su defensa legal, con los organismos económicos que entienden la interdependencia como la Cámara de Comercio. Construir alianzas con una política propia es urgente para impulsar una perspectiva nacional y regional que atienda las cuestiones migratorias. No hay otra salida que pueda ampliar la defensa de los migrantes, de las familias, de los jóvenes y niños. El proyecto para el desarrollo regional de Centroamerica presentado por la CEPAL es la solución de mediano y largo plazo.
En las actuales circunstancias, parece evidente que se utilizará la migración como una amenaza, en una campaña electoral basada en el racismo, el supremacismo y la xenofobia… en medio del juicio político abierto por la Cámara de Representantes contra el presidente Trump. México requiere una política propia y fuerte en medio del temporal político que se avecina.
Periodista, analista internacional