Un juez en Estados Unidos ordenó reabrir la política impuesta por el presidente Trump para que los solicitantes de asilo en Estados Unidos permanecieran en territorio mexicano hasta que fuera atendida su solicitud, sin límite de tiempo. El presidente Biden, que había suprimido dicha política, aceptó la decisión del juez y pidió a México que, a su vez, aceptara de nueva cuenta la política conocida como “Quédate en México”, que el presidente López Obrador aceptó también.
De manera que un drama que no había terminado, se reaviva y se sostiene en territorio mexicano. México es de nuevo una especie de Tercer País Seguro. La sufren, en primer lugar, los migrantes por las condiciones inhumanas en que se les obliga a vivir por tiempo indefinido. El frío y el hambre harán estragos en las familias que deberán esperar meses para ser atendidos en su solicitud de asilo. En los hechos puede considerarse una negativa de asilo, aunque sea temporal, por parte de EU y por parte de México al aceptarla. Así los dos países vecinos a ambos lados de frontera reviven la tragedia cotidiana de decenas de miles de mujeres, niños, jóvenes, hombres, que permanecerán del lado mexicano, víctimas de la mal nutrición, sin condiciones mínimas de salud y salubridad para dormir, comer, vivir. La tragedia cotidiana se mantiene y se reanuda con todo su potencial y realismo, precisamente en la entrada del invierno y de la amenaza del Covid que avanza con una nueva cepa. Mientras las caravanas de migrantes reviven el drama del largo camino de familias enteras para cruzar México y llegar a Estados Unidos. Las imágenes de las caravanas son elocuentes, el drama humanitario está ahí en todas las imágenes.
Hay que reconocer que la solidaridad humanitaria se reaviva frente a la tragedia en distintos puntos del trayecto de las caravanas predominantemente donde permanecen familias con mujeres y niños. Se acondicionan refugios, se cocina de parte de algunas mujeres para alimentar a quienes pasan exhaustos en las caravanas que atraviesan territorio nacional. La solidaridad de mexicanos frente a las tragedias está presente.
Y por si fuera poco, no se puede dejar de considerarla delincuencia que ataca a los migrantes, que los extorsiona. Lo que ha dado a estas migraciones, agrupadas en caravanas, un carácter singular que no existía en otros tiempos, cuando los que migraban eran hombres jóvenes en busca de trabajo, luego comenzaron a migrar mujeres y finalmente la migración incluye a familias enteras. Hombres, mujeres, niños, adolescentes, jóvenes, gente de edad avanzada. La migración de mexicanos hacia Estados Unidos tiene múltiples historias y ha tenido beneficios para ambos países.
Hoy México y Estados Unidos deberían sentarse a diseñar políticas para atender la migración, que no es un fenómeno pasajero sino persistente y creciente. Las políticas de Quédate en México, de deportaciones masivas, de cierres de frontera, no solucionan nada, es necesario construir otras respuestas a un problema humanitario que no hace más que crecer, y que bien puede hacer contribuciones a ambos países. Esto va mucho más allá de aceptar el “Quédate en México”.
Habría que reconocer que no hay políticas de corto, mediano y largo plazo, y que la crisis del Covid, con la falta de empleo, la pobreza, la violencia, los asesinatos, el cambio climático, continuarán acelerando la migración en el continente, en nuestro hemisferio.
¿Sería posible en EU dar visas de trabajo, temporales, además de las ya existentes permanentes, o ciudadanía? Entre México y EU hubo visas temporales, que permitían a mexicanos ir a EU a trabajar por un determinado periodo y regresar a México: existía la migración circular con visas temporales de trabajo. Hay que reconocer que la mano de obra de migrantes mexicanos y de otros países ha sido necesaria para EU. Durante años, los migrantes mexicanos contribuyeron al desarrollo de EU. Los llamados chicanos, con nacionalidad estadounidense y mexicana, son hijos de padres mexicanos nacidos en EU y han hecho importantes contribuciones en las universidades, en la investigación, en las nuevas tecnologías, en la medicina, no sólo en el campo y la construcción. Finalmente habría que recordar que los llamados Dreamers, jóvenes (la mayoría mexicanos) que llegaron a EU llevados por sus padres, hoy gozan del apoyo de más del 70% de la población estadounidense.
En EU viven y trabajan más de 36 millones de mexicanos. Finalmente recuerdo que Los Ángeles es la ciudad con más mexicanos en el mundo, después de la Ciudad de México. Y que Estados Unidos es, después de México, el país en el que se habla más español.
Bien harían los gobiernos de México y Estados Unidos en atender el fenómeno migratorio actual para encontrar políticas que permitan acabar con la tragedia y convertirla en fuerza social para ambos países.
Periodista, analista internacional