Como si no existiera en México lo que establece la Constitución en materia de política exterior, como si no hubiera una experiencia de siglos en la materia, como si la Secretaría de Relaciones Exteriores no contara con múltiples reconocimientos y exitoso trabajo de embajadores y cónsules, profesionales de la política exterior que han dado a México prestigio en la materia. Y qué decir de los cancilleres mexicanos cuyas voces se han escuchado y respetado en el planeta entero. En lo general en el pasado hubo también aportaciones de cónsules y embajadores designados políticamente que aportaron también prestigio en sus encargos.
Dos elementos pesan en contra de la política exterior de México: el primero son las ausencias del presidente López Obrador de reuniones internacionales a las que asisten los primeros mandatarios de diversos países y continentes: recuérdense la reunión más reciente del G20 y la de la gran Cumbre sobre el Cambio Climático. En sentido contrario habría que recordar el reconocimiento a México y el trabajo de la canciller Patricia Espinosa, que posteriormente fue designada representante de Naciones Unidas para el Cambio Climático . Desgraciadamente hoy México avanza en sentido contrario, con múltiples decisiones entre las que destacan la producción de gasolinas con combustibles fósiles y que contribuye al cambio climático (petróleo o combustóleo, cuya desaparición avanza ya en el mundo entero), está también el rechazo a las energías limpias, y la cancelación de contratos con empresas de Estados Unidos y países europeos.
Frente a la actual situación, resulta importante recordar algunos grandes éxitos internacionales de lo que fue la política exterior de México. En primer lugar, el “Tratado de Tlatelolco” (se le nombró así por encontrarse ahí la sede de la Cancillería mexicana) para proscripción de armas nucleares en América Latina y el Caribe; fue la respuesta a la crisis de los misiles nucleares que estuvo a punto de estallar entre Rusia-Cuba y Estados Unidos en 1962. México tomó una crucial decisión encabezada por el secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda Álvarez de la Rosa , y el embajador Alfonso García Robles, que decidieron redactar un tratado para proscribir las armas nucleares en la región. Se terminó la redacción en 1964 y fue firmado en 1967; entró en vigor con la firma y el apoyo de todos los países de América Latina y el Caribe.
El Tratado de Tlatelolco (ahí se ubicaba la Secretaría de Relaciones Exteriores) unió a todos los países de la región latinoamericana y caribeña. Hoy el Tratado sigue vigente, con el mayor apoyo regional en el mundo. Otros tratados contra armas nucleares se han desarrollado en el mundo, aunque no son los suficientes para erradicar totalmente las amenazas nucleares, como consta en hechos recientes. El embajador Alfonso García Robles recibió el Premio Nobel de la Paz en 1982.
Los dramáticos acontecimientos del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, siendo presidente Gustavo Díaz Ordaz, oscurecieron en lo inmediato aquel gran logro mexicano, latinoamericano y caribeño.
La proscripción de armas nucleares en América Latina y el Caribe sigue siendo el mayor logro contra las armas nucleares en el mundo. Los países firmantes mantienen su compromiso. La política exterior de México pasó a la historia.
Regresando a lo que ocurre hoy: México cuenta con un canciller, Marcelo Ebrard , con formación y experiencia. A principios del sexenio, el presidente López Obrador designó a embajadores que no pertenecían al Servicio Exterior pero que lo han hecho bien y que son: Juan Ramón de la Fuente como representante de México ante Naciones Unidas y a Juan José Bremer (con una larga trayectoria como Representante de México ante la UNESCO, ha sido embajador en la Unión Soviética, en Alemania, en Suecia, en Estados Unidos y Cuba). Otros embajadores que no pertenecen al Servicio Exterior pero que hicieron una excelente representación en otros sexenios son: Beatriz Paredes en Cuba y Brasil; Roberta Lajous en España y en Cuba. Eugenio Anguiano, que fue el primer embajador de México en China.
Posteriormente, López Obrador designó a embajadores sin experiencia alguna en Francia, Reino Unido y Turquía; en este último parece que el desastre es mayúsculo.
Las designaciones del presidente López Obrador de embajadores en el exterior llegó ya a una situación crítica, primero porque se rompió la costumbre diplomática de no anunciar la designación por parte de México hasta obtener el beneplácito del país en el que se van a desempeñar como embajadores. En Panamá se anunció como embajador de México al historiador Pedro Salmerón antes de obtener el beneplácito, la Canciller panameña anunció el rechazo dadas las acusaciones de mujeres que fueron agredidas sexualmente por Salmerón; la situación se tensó, cuando el Presidente afirmó que con el rechazo de la Canciller parecía volverse a la Santa Inquisición. Luego vino el anuncio de que se le sustituiría. El otro problema que se presentó es el de España, cuando el Presidente anunció como embajador al exgobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, y posteriormente declaró la “Pausa en la relación de México con España”, hecho inusitado y ajeno a las relaciones diplomáticas. En ambos casos es previsible la falta de experiencia y capacidad de ambos designados: dos crisis simultáneas.
La otra crisis de política internacional para México es sobre las violaciones a derechos humanos en el caso de las caravanas migratorias, sin salida y caracterizado por la violencia. Lo que ocurre hoy es algo nunca visto en nuestra historia. De manera destacada con la acción militar para contener las migraciones.
México ha atravesado crisis distintas que tienen relación con las migraciones y siempre ha encontrado una salida. Tales son los casos de las migraciones centroamericanas hacia México, desde Nicaragua y posteriormente desde Guatemala, la recepción de miles de migrantes que pudieron permanecer por años en el territorio nacional y encontrar trabajo. Bien estaría poder analizar aquellos años y la política exterior de México en la COMAR (ayuda a refugiados) y la obtención de visas de trabajo de miles que permanecieron años en estados sureños como Chiapas. Y qué decir de la política y acción de Contadora.
Finalmente habría que revisar y recordar la recepción de miles de migrantes por el gobierno de Lázaro Cárdenas, que huían de la guerra en España en los años 30s y la recepción de migrantes que huían de las dictadoras en Chile y en Argentina, de manera destacada. Todos ellos encontraron en México la salvación, el trabajo, hogares e hicieron contribuciones importantes bajo los gobiernos mexicanos de Echeverría y de López Portillo, también ahí hay importantes lecciones de la política exterior de México.
México puede construir nuevas políticas, comenzando por la defensa de los Derechos Humanos.