Es una verdadera primicia que ningún presidente de México había intentado: el presidente López Obrador inauguró un nuevo capítulo semanal que será parte de las conferencias mañaneras todos los miércoles con el título de “quién es quién en las mentiras de la semana”. Va en contra de la prensa, los periodistas, los analistas cuya veracidad será juzgada desde Palacio Nacional, por el mismísimo AMLO. Insisto, se trata de lo nunca visto, ya que ningún presidente en la historia de México había lanzado un ataque público de esa naturaleza a los periodistas y a la prensa en su conjunto. Desde luego, una vez sentados en el banquillo de los acusados no habrá discusión ni réplica alguna inmediata de los señalados que podrán ser periodistas, articulistas de opinión, analistas, de periódicos, revistas, radio, televisión: no podrán replicar de manera inmediata frente a las acusaciones provenientes ni más ni menos que del Ejecutivo.
Se entiende que el objetivo es debilitar a la prensa crítica, que disgusta profundamente. Sin embargo hay que tener cuidado porque puede transformarse en un boomerang, para Morena, al abrirse una mayor polarización.
De muchas formas vulnera la democracia y destruye el diálogo, si se considera que en la continuación de la guerra (que se abre contra la prensa) está la política.
Lo que ocurre es gravísimo si el mismísimo Presidente pretende así dañar con ataques semanales a quienes considera algo así como sus enemigos, por absurdo y retrógrada que parezca, debilitar a quienes critican o tienen análisis y opiniones distintas. Hay una señal clara de autoritarismo que cancela cualquier diálogo, “o estás conmigo o estás contra mí”, lo que fortalece la división y los enfrentamientos. En las actuales circunstancias sería responsabilidad del Presidente que los periodistas y medios puedan ser atacados con cualquier tipo de violencia.
Hay en el gobierno falta de diálogo, en diversos ámbitos. Uno de los más importantes es el diálogo con las organizaciones feministas, que ha sido rechazado totalmente, mientras crece la violencia familiar y los feminicidios. Desgraciadamente el Presidente no ha reconocido la gravedad de esta problemática y los feminicidios no han dejado de crecer mientras se reduce el presupuesto para los refugios de mujeres, se vulnera el derecho a la manifestación cuando se trata de protestas de femeninas que reclaman por violencia de género, feminicidios y atención a la problemática a través de la justicia. Hay miles de madres y familiares que buscan a mujeres desaparecidas cuyo número se calcula entre 80 mil y hasta 200 mil. El diálogo con el Jefe del Ejecutivo ha sido nulo, no hay soluciones y el rechazo a las manifestaciones se vuelve cada vez más agresivo.
Mientras el Presidente acusa a los periodistas de mentir, hay otros graves problemas sin solución ni diálogo: se afirma que hay exageraciones aunque la realidad continúe siendo la falta medicamentos para los niños con cáncer que carecen de tratamiento médico urgente y cuyas muertes se calculan ya en 1 mil 600. Lo que es el más grande drama relacionado con la salud de los menores. La urgencia está ahí pero no ha habido la respuesta necesaria más allá de las acciones del gobierno contra la corrupción en farmacéuticas y distribuidoras de medicamentos para el tratamiento del cáncer de los menores. El drama es enorme y el diálogo está ausente, como lo están las urgentes soluciones.
Finalmente, hay otro tema del que no ha gustado se informe: la violencia del crimen organizado que tuvo lugar antes de las elecciones del 6 de julio con amenazas y asesinatos de candidatos. Y que según la consultora Etellekt fue el proceso electoral más violento de la historia de México. Después de las elecciones, publicó la prensa que se registraron más de 10 masacres.
Continuará la exhibición de fake news en las mañanera de AMLO.
Periodista, analista internacional